Fue para Blooming y lo ganó bien, en eso no hay dónde perderse. Superó a Oriente en gran parte del partido y cuando las cosas se le pusieron color de hormiga, replanteó sus líneas a tiempo y acabó celebrando un 2-1 que mereció anoche en el Tahuichi. El clásico, como casi siempre, se jugó a mil por hora, con manotazos de por medio y con juego por momentos recio. Pero la diferencia la marcó la academia sabiendo controlar el balón en el medio y golpeando gracias a la infatigable labor de dos hombres: Joselito Vaca y Hernán Boyero.
Oriente, sin Sergio Galarza, Arana y Aguirre, suspendidos por festejar como la ‘gallina’ en el clásico pasado, fue una sombra. No tuvo orden, fue pobre la producción de su mediocampo, y en ofensiva, pese a la infatigable labor de Martín Palavicini (de lejos el mejor de su equipo), pesó poco; así era imposible liquidar a su rival, pese a contar con uno más desde el minuto 54 tras la expulsión de Sergio Jáuregui. Pero vamos por parte. La etapa inicial fue de pleno dominio celeste, ya que Alexandre y Andia ganaban en casi todos los rebotes dejándole expedita la vía a Vaca.
Pero pese a tener el control de las acciones, Oriente golpeó primero. Schiapparelli, que volvía tras superar una lesión, retuvo demasiado la pelota siendo el último hombre, y Palavicini sorpresivamente se la arrebató y se encaminó solo hacia el arco. Ante la desesperada salida de Arias, el argentino cruzó bien y marcó el 1-0 parcial. Corría el minuto 9 y hasta los propios orientistas se sorprendían, pero indudablemente que la capacidad de Palavicini tuvo su mérito.
Ante la situación, el técnico celeste, Gustavo Domingo Quinteros, decidió realizar su primera ‘jugada’. Cambió de carril a Ortiz, que tapó el sector para liberar a Verduguez, otorgándole a Blooming mayor presencia por izquierda. Cuando el ‘Cangurito’ se juntó con Vaca, ambos fueron difíciles de controlar para los zagueros Méndez y Gutiérrez, que de a poco comenzaron a sentir todo el peso porque en el medio Velasco, Giménez y Rolando Campos daban demasiada libertad para que su rival generara juego.
Y la insistencia académica tuvo su premio a los 22’. Un preciso centro de Limberg Gutiérez encontró la cabeza de Alexandre decretando el 1-1. La zaga albiverde hizo mal la trampa del off side y dejó ‘vendido’ al meta Antelo. A los 29’ pudo aumentar Boyero, pero Gutiérrez salvó de la línea. El juego de Oriente sólo se vio diez minutos, luego de la expulsión de Jáuregui por falta a Palavicini y cuando Blooming cedió ritmo de medio hacia arriba. En procura de liquidar al rival, Drago introdujo a Loayza, Suárez y Olguín quedándose sin carrileros, pero como su medio no tenía físico (Fabio Giménez, demasiado gordo y falto de oxígeno) no valió la pena quedarse ‘desnudos’ atrás sin tener presencia de medio hacia arriba. Y como no había carrileros, Joselito Vaca ingresó por izquierda, centró y Loayza marcó un autogol (77’). Fue el 2-1 y con el que se selló el clásico.
El Deber
Oriente, sin Sergio Galarza, Arana y Aguirre, suspendidos por festejar como la ‘gallina’ en el clásico pasado, fue una sombra. No tuvo orden, fue pobre la producción de su mediocampo, y en ofensiva, pese a la infatigable labor de Martín Palavicini (de lejos el mejor de su equipo), pesó poco; así era imposible liquidar a su rival, pese a contar con uno más desde el minuto 54 tras la expulsión de Sergio Jáuregui. Pero vamos por parte. La etapa inicial fue de pleno dominio celeste, ya que Alexandre y Andia ganaban en casi todos los rebotes dejándole expedita la vía a Vaca.
Pero pese a tener el control de las acciones, Oriente golpeó primero. Schiapparelli, que volvía tras superar una lesión, retuvo demasiado la pelota siendo el último hombre, y Palavicini sorpresivamente se la arrebató y se encaminó solo hacia el arco. Ante la desesperada salida de Arias, el argentino cruzó bien y marcó el 1-0 parcial. Corría el minuto 9 y hasta los propios orientistas se sorprendían, pero indudablemente que la capacidad de Palavicini tuvo su mérito.
Ante la situación, el técnico celeste, Gustavo Domingo Quinteros, decidió realizar su primera ‘jugada’. Cambió de carril a Ortiz, que tapó el sector para liberar a Verduguez, otorgándole a Blooming mayor presencia por izquierda. Cuando el ‘Cangurito’ se juntó con Vaca, ambos fueron difíciles de controlar para los zagueros Méndez y Gutiérrez, que de a poco comenzaron a sentir todo el peso porque en el medio Velasco, Giménez y Rolando Campos daban demasiada libertad para que su rival generara juego.
Y la insistencia académica tuvo su premio a los 22’. Un preciso centro de Limberg Gutiérez encontró la cabeza de Alexandre decretando el 1-1. La zaga albiverde hizo mal la trampa del off side y dejó ‘vendido’ al meta Antelo. A los 29’ pudo aumentar Boyero, pero Gutiérrez salvó de la línea. El juego de Oriente sólo se vio diez minutos, luego de la expulsión de Jáuregui por falta a Palavicini y cuando Blooming cedió ritmo de medio hacia arriba. En procura de liquidar al rival, Drago introdujo a Loayza, Suárez y Olguín quedándose sin carrileros, pero como su medio no tenía físico (Fabio Giménez, demasiado gordo y falto de oxígeno) no valió la pena quedarse ‘desnudos’ atrás sin tener presencia de medio hacia arriba. Y como no había carrileros, Joselito Vaca ingresó por izquierda, centró y Loayza marcó un autogol (77’). Fue el 2-1 y con el que se selló el clásico.
El Deber
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