Fernando Nürnberg / Periodista
Los números no cuadraron. A pocas horas de partir, un cambio de planes abrupto, que se pudo haber evitado, rayando bien la cancha desde hace varios días, para que esta molestia no desvíe la atención de los jugadores de la selección, sino el desgaste en la relación jugador-dirigente.
¿De quién es la responsabilidad de esta situación? Si no se cerró en su momento, es indiscutiblemente de la FBF, y si esto ocurrió y hubo una demanda extra de parte de los jugadores, pues es de éstos. El argumento es que no había con quién negociar. Tuvieron que llegar algunos legionarios para asumir este rol.
Se habla de una cosa y de otra. Uno de los argumentos es que los 30 jugadores que están concentrados deben recibir premio en caso de que se lo ganen y no sólo aquéllos que sean nominados para cada partido. Si ganan los dos partidos, ¿qué le hace a la FBF pagar con gusto una platita extra, si esto nos encamina al objetivo de Sudáfrica? Pero, si el tema es el monto que los jugadores piden en relación con lo que la FBF puede pagar individualmente y con los montos exigidos, esto se sube a la estratosfera a decir de la dirigencia.
El haber diferido las prácticas (en el caso de los que están en La Paz, no se entrenaron), es ya un mal síntoma, es volver al pasado, cuando creíamos que jugadores, dirigentes y cuerpo técnico transitaban un camino diferente con una sola misión.
Lo más serio de todo esto, es que si hay un resultado adverso en Uruguay, habrá argumentos extrafutbolísticos, de los cuales más de uno podría asirse, pero por sobre todas las cosas, se perdió, aunque sea por algunas horas, la focalización del gran objetivo.
Bolivia no es una selección que aparezca como favorita y el pelear dinero por cada partido nos parece poco inteligente. Al margen de lo que los jugadores pretendan ganar y de lo que se les puede pagar, está el daño que se le hace a este grupo que había acumulado mística, corazón y una idea de jugar. Lamentablemente, pareciera que esto podría cambiarse por la acumulación monetaria, sin apostar a un futuro que puede ser mucho más benévolo. Apuestan a las ramas y no al paraíso que se puede alcanzar.
Albergamos que la ecuación cierre sin heridas y sin traumas.
Los números no cuadraron. A pocas horas de partir, un cambio de planes abrupto, que se pudo haber evitado, rayando bien la cancha desde hace varios días, para que esta molestia no desvíe la atención de los jugadores de la selección, sino el desgaste en la relación jugador-dirigente.
¿De quién es la responsabilidad de esta situación? Si no se cerró en su momento, es indiscutiblemente de la FBF, y si esto ocurrió y hubo una demanda extra de parte de los jugadores, pues es de éstos. El argumento es que no había con quién negociar. Tuvieron que llegar algunos legionarios para asumir este rol.
Se habla de una cosa y de otra. Uno de los argumentos es que los 30 jugadores que están concentrados deben recibir premio en caso de que se lo ganen y no sólo aquéllos que sean nominados para cada partido. Si ganan los dos partidos, ¿qué le hace a la FBF pagar con gusto una platita extra, si esto nos encamina al objetivo de Sudáfrica? Pero, si el tema es el monto que los jugadores piden en relación con lo que la FBF puede pagar individualmente y con los montos exigidos, esto se sube a la estratosfera a decir de la dirigencia.
El haber diferido las prácticas (en el caso de los que están en La Paz, no se entrenaron), es ya un mal síntoma, es volver al pasado, cuando creíamos que jugadores, dirigentes y cuerpo técnico transitaban un camino diferente con una sola misión.
Lo más serio de todo esto, es que si hay un resultado adverso en Uruguay, habrá argumentos extrafutbolísticos, de los cuales más de uno podría asirse, pero por sobre todas las cosas, se perdió, aunque sea por algunas horas, la focalización del gran objetivo.
Bolivia no es una selección que aparezca como favorita y el pelear dinero por cada partido nos parece poco inteligente. Al margen de lo que los jugadores pretendan ganar y de lo que se les puede pagar, está el daño que se le hace a este grupo que había acumulado mística, corazón y una idea de jugar. Lamentablemente, pareciera que esto podría cambiarse por la acumulación monetaria, sin apostar a un futuro que puede ser mucho más benévolo. Apuestan a las ramas y no al paraíso que se puede alcanzar.
Albergamos que la ecuación cierre sin heridas y sin traumas.
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