La Prensa
En vez de mejorar, empeora. Ésa es la realidad de un Bolívar que a inicio de temporada fue mucho ruido, pero cumplidas las primeras seis fechas del torneo Apertura de la Liga son pocas las nueces. Ayer volvió a ceder un empate como local (1-1), y quizás tenga que agradecer el haber sumado siquiera un punto, porque si Oriente —líder e invicto— hubiera tenido un poquito más de ambición y mejor puntería en la definición, el resultado habría sido peor para la “Academia”.
Fue el más pálido partido de Bolívar en lo que va del año. Lo estaba ganando con un gol sacado de otro planeta, obra de Fioretto; sin embargo, hay mucho de cierto en la declaración del arquero de Oriente, Sergio Galarza, en sentido de que antes de ese tanto, logrado a los 12 minutos, los “celestes” no llegaron ni una sola vez a inquietarlo, y después fueron poquísimas las ocasiones de las que dispusieron.
En cambio, los “albiverdes” no tendrían que haberse ido de Miraflores contentos con el empate, sino molestos por no haber obtenido las tres unidades que estaban a su disposición, tomando en cuenta la cantidad de veces, en ambas etapas, que erraron goles cantados.
Del Bolívar de ayer se puede rescatar casi nada. De un equipo partido por la mitad, sin maneras para generar fútbol, con sociedades absolutamente rotas y delanteros buscándose la vida por su cuenta no se puede esperar mucho. En parte, pudo haber tenido algo que ver el planteamiento ordenado de Oriente, cuidando a los hombres más peligrosos del local, pero fue más la intrascendencia del fútbol “académico”, que frente a los problemas planteados por el adversario fue incapaz de generar soluciones.
Antes de que se cumplieran los primeros 10 minutos, el visitante ya pudo estar ganando. Tuvo tres opciones, cara a cara con el arquero, desperdiciadas por Campos, Maraude y Melgar.
Bolívar sólo había dispuesto de un cabezazo mal dirigido de su sub-20 Ballivián, y luego vino la obra de arte de Fioretto. Muchos pueden decir que, de ángulo cerrado, buscó el centro, lo cierto es que su pegada fue magnífica, colgó a Galarza y anotó el 1-0.
Con ese tanto hizo que los fantasmas del comienzo desaparecieran, aunque Oriente no dejó de atacar, como que Arias atajó un disparo de Aguirre que tenía como destino la red.
El chico Ballivián tuvo en sus pies el segundo y lo desaprovechó. La pelota llegó de casualidad a sus pies y, apurado, remató fuera cuando el arco estaba a su disposición.
En la reanudación del partido, fue Oriente el dominador de los primeros minutos. No se aproximó al arco de Arias con claridad, pero todo lo que insinuaba era suficiente para saber sus intenciones.
De Bolívar, en cambio, nada. Tampoco funcionó el ingreso de Carrario por Ballivián, y para colmo de males, Juárez cometió una torpeza a 40 metros de su pórtico y se fue expulsado, dejando a su equipo con uno menos. A los “celestes” se les hizo todo cuesta arriba. Sin tener el balón, el volumen ofensivo era nulo. Sin que el equipo funcionara como tal, tampoco las individualidades podían hacer mucho.
Por el lado de Oriente, el técnico Ferreira fue inteligente al poner a Robson, como si con esa entrada todo se hubiera clarificado para la visita. El brasileño, a los 14 minutos, generó la jugada del empate. El tanto debió ser suyo, pero su definición mandó la pelota al travesaño. Del rebote, la zaga “celeste” no pudo despejar, y Melgar estuvo atento para batir a Arias.
De Robson a Aguirre, de Robson a Peña, fueron las jugadas siguientes a través de las cuales los “albiverdes” pudieron haber liquidado. La puntada final no acompañó a ninguno.
Arias también tuvo que ver en otra jugada, y después Bolívar volvió a salvarse cuando Hoyos y Peña llegaron al área y desviaron sus disparos.
Hacía rato que Valentierra había entrado en la cancha en vez de Pachi, pero el remedio que Habegger buscó con ese cambio fue peor que la enfermedad, si es que Daner era la enfermedad. Lo único que Valentierra hizo en el partido fue disparar magníficamente un tiro libre, a los 40 minutos, que pudo haber dado a Bolívar una victoria inmerecida y haber castigado a Oriente por haber perdonado tanto. Pero una espectacular atajada de Galarza dejó las cosas igualadas.
De seis partidos, la “Academia” empató cuatro. En al menos dos de los tres anteriores se durmió y dejó reaccionar a sus rivales. En el choque de ayer se salvó de perder.
DEMASIADO INOCENTE
El chico sub-20 de Bolívar quemó energías más por la emoción que tuvo por estar jugando un partido de tamaña talla que por ser un verdadero aporte. En esos 45 minutos en los que estuvo en la cancha, Ariel Ballivián demostró cuán inocente aún es como para estar en el fútbol grande. De paso, la oportunidad que le dio Habegger la rifó con dos definiciones (una de ellas de cabeza) que eran más fáciles de convertir que de errar.
UN TAL MELGAR
Su apellido es ni más ni menos que del reconocido ex futbolista Milton Melgar, hasta hace unos días viceministro de Deportes. Érick es su hijo, pero futbolísticamente dista mucho de lo que su padre fue dentro de la cancha. El técnico “celeste” le dio la responsabilidad ayer de cubrir la plaza dejada por el expulsado Leonel Reyes, y lo bancó hasta el final, pero al muchacho le quedó demasiado grande el partido. Ésa fue una de las principales fallas que tuvo Bolívar y que Oriente Petrolero aprovechó a placer.
¡QUÉ CAMBIO!
Si los jugadores se equivocaron dentro de la cancha, Jorge Habegger lo hizo desde afuera. Al menos eso hay que entender de la reacción en contra que tuvo el público cuando el DT mandó a Valentierra en vez de Pachi. Todo el mundo creía que quien se iba era Melgar. En todo caso, también hay que admitir que Daner no lo estaba haciendo bien. Sin embargo, entre Melgar y Pachi no hay dónde perderse…
HIZO FALTA EL “BOMBA”
Bolívar cometió faltas en las inmediaciones de su área grande que Oriente las desaprovechó. No hubo jugador que estuviera acertado en los cobros. Si hubiera estado Limberg Gutiérrez, todo un experto para los tiros libres, la historia habría sido otra. El “Bomba” se perdió el partido por expulsión.
DOS FIGURAS MENOS
A propósito. Oriente jugará la próxima semana el clásico cruceño ante Blooming sin el “Bomba” y sin Jhasmany Campos, dos talentosos de su medio sector. Según el técnico Buenaventura Ferreira, los árbitros le están “sacando” a su equipo “un jugador importante en cada partido”. De acuerdo con su percepción, los referís expulsan por “tonterías” y “perjudican al equipo y a los jugadores”. Si el DT “albiverde” fuera honesto consigo mismo, diría que los árbitros expulsan bien y que las “tonterías” las cometen sus jugadores. La cuestión es echar la culpa a otros y no ver quiénes son los verdaderos culpables.
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