El Diario
La derrota de la selección sufrida el pasado sábado frente a Ecuador, por las eliminatorias al mundial Sudáfrica 2010, comenzó a mermar el respaldo pleno que tenía hasta antes del compromiso el entrenador Erwin Sánchez.
Cuando fue nombrado como nuevo estratega del combinado nacional, Sánchez no solamente tenía el respaldo del Comité Ejecutivo del fútbol boliviano, sino de la dirigencia de los clubes, de la afición y el periodismo en general, pero a medida que pasó el tiempo, el apoyo se fue desquebrajando por los malos resultados que lograba la selección bajo su mando y el juego no era para nada convincente.
En materia de amistosos tuvo un inicio interesante, hasta logró triunfos fuera de casa, pero éstos no marcan la diferencia a la hora de la verdad.
La mano del entrenador se ve en los partidos oficiales de los diferentes torneos en los que participa, y Sánchez en ésta materia se aplazó de lejos.
El primer gran fracaso fue la pésima participación que cumplió la selección en la Copa América de Venezuela, donde quedó eliminada en la primera rueda y todo porque el señor Sánchez no supo manejar con tino las variantes, menos supo elegir a los hombres adecuados para afrontar los distintos cotejos.
La dirigencia se lo perdonó y le renovó su confianza. Ya era un mal antecedente que se disimuló con el argumento de que se apostó a un proceso y debía continuar.
Qué proceso si el entrenador no estaba preparado para asumir semejante responsabilidad, porque no había ganado nada en materia de títulos como estratega, porque fracasó en Boavista, de Portugal, de donde fue echado y Oriente Petrolero, de Santa Cruz, con esos antecedentes era para desconfiar, pero igual siguió.
Después vinieron de manera sucesiva las derrotas en partidos de las eliminatorias sudamericanas, salvo el triunfo frente a Paraguay que fue más obra de la actitud y el compromiso de los jugadores que un trabajo del entrenador, quien en pleno torneo seguía probando jugadores cuándo lo ideal era tener un grupo de jugadores seleccionados y un patrón de juego definido sobre el cual debía girar la preparación en la intención de mejorar los conceptos técnico-tácticos, físicos y futbolísticos para llegar al rendimiento óptimo que garantice una buena presentación y mejor resultado.
Tras la caída ante Ecuador, se escucharon voces disonantes en la dirigencia nacional, en particular en el seno del Comité Ejecutivo de la Federación Boliviana de Fútbol, restándole apoyo a Sánchez, porque no respondió a los intereses ni expectativas del fútbol boliviano.
Incluso ya se habló de pedirle su renuncia, pero está claro que no lo hará porque cuesta plata.
En ese contexto, se comenzó a hacer números para determinar cuánto costaría su salida, tomando en cuenta que su contrato finaliza el 2010, conjuntamente la gestión del presidente Carlos Chávez.
Como Sánchez gana 6.000 dólares estadounidenses por mes, y Carlos Aragonés 4.000 sin hacer nada, porque la función que cumple es de la Comisión Nacional de Selecciones, rescindir contrato costaría algo más de un cuarto millón de dólares.
Con una derrota frente a Brasil, todo quedaría certificado y se tendría que empezar de nuevo, salvo ocurra un milagro o los dirigentes se vuelvan a echar para atrás.
En cambio, la tranquilidad, las alegrías, los triunfos, no tienen precio.
Pucha, grave la cosa...
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