La Razon
El fútbol ya no es solamente un deporte, una competencia o una diversión, es también el futuro, al menos eso es lo que esperan las familias de Guillermo Peter Chambi Larico y de Wilson Zabala Larico, los dos adolescentes yungueños que iniciaron el jueves su formación en la Academia Tahuichi Aguilera, en Santa Cruz.
Guillermo y Wilson fueron elegidos para el programa de becas que impulsa la Oficina de Asuntos Antinarcóticos (NAS, por sus siglas en inglés) por su destacada actuación en un campeonato selectivo en los Yungas, que les valió ser escogidos para pasar 10 meses en la prestigiosa academia de fútbol en Santa Cruz.
A sus 12 años, Wilson aceptó dejar a sus tres hermanas y cuatro hermanos que viven en Coroico junto a Juana, su madre; cambiará a sus compañeros del séptimo de primaria de la escuela de Cruz Loma por niños con sueños de fútbol, igual a los suyos.
Guillermo, dos años mayor, ya acusa la adolescencia; él no sólo dejó a sus hermanas, a su hermano y a sus compañeros del primero de secundaria del colegio Crispín Andrade Portugal, además de sus padres; también extrañará a su primer amor, así lo delató la tierna despedida en el aeropuerto de El Alto.
Tres horas de viaje por carretera para llegar desde Yungas hasta La Paz y una hora de vuelo entre el frío paceño y el calor de Santa Cruz alimentaron esos sueños de fútbol.
El primer viaje en avión no fue muy grato, uno de ellos se indispuso y con el rostro aún mojado por el llanto de sus familiares, y el propio, enfrentaron las turbulencias, el mal tiempo y la distancia, pero todo quedó atrás cuando Cristopher Lambert, el ministro consejero de la Embajada de EEUU, los presentó ante Roly Aguilera, el nieto de Ramón Tahuichi y director y heredero de la tradición de la Academia.
Roly aseguró que Guillermo y Wilson —al igual que al menos 30 niños de los Yungas, El Alto, el Chapare y Beni— tienen una doble oportunidad, la de estudiar y la de iniciar la materialización del sueño de jugar al fútbol y llegar a los grandes estadios.
“Felizmente de esos ejemplos hay muchos, hay niños que han llegado a jugar en Israel, hay otros que alternan en la Liga; pero también hay varios que están a punto de graduarse en universidades de Bolivia y de EEUU, ellos avanzaron con becas y el apoyo de Tahuichi y de la NAS”, dijo Aguilera.
Cristopher Lambert comprometió el apoyo de la embajada estadounidense y antes del adiós retó a los dos becarios a jugar un segundo partido en Yungas, como lo hicieron en octubre. “Pero esta vez, espero que haya un ganador”, bromeó.
Tras recorrer las instalaciones de la Academia y el albergue —que fue donado por la NAS— donde vivirán los próximos 10 meses, Guillermo y Wilson comenzaron a rodar sus sueños junto a la pelota. Se enfundaron en sus pantalones cortos y las camisetas con las que jugaron el torneo en Yungas, se calzaron las chuteras y empezaron a mostrar sus habilidades con la pelota.
Sin que medie presentación alguna, los tahuichis que observaban a un costado de la cancha fueron a buscar su ropa deportiva y armaron un picadito junto a Guillermo y Wilson.
Los dos nuevos tahuichis tienen sueños, pero advierten que cuando en el Hernando Siles griten uno de sus goles o celebren una de sus jugadas, ellos tendrán en su memoria ese primer viaje en avión, la primera distancia en tiempo y espacio de sus familias y de sus pueblos, todo por seguir el sueño de fútbol y de un futuro. Eduardo Chávez, enviado a Santa Cruz
El fútbol ya no es solamente un deporte, una competencia o una diversión, es también el futuro, al menos eso es lo que esperan las familias de Guillermo Peter Chambi Larico y de Wilson Zabala Larico, los dos adolescentes yungueños que iniciaron el jueves su formación en la Academia Tahuichi Aguilera, en Santa Cruz.
Guillermo y Wilson fueron elegidos para el programa de becas que impulsa la Oficina de Asuntos Antinarcóticos (NAS, por sus siglas en inglés) por su destacada actuación en un campeonato selectivo en los Yungas, que les valió ser escogidos para pasar 10 meses en la prestigiosa academia de fútbol en Santa Cruz.
A sus 12 años, Wilson aceptó dejar a sus tres hermanas y cuatro hermanos que viven en Coroico junto a Juana, su madre; cambiará a sus compañeros del séptimo de primaria de la escuela de Cruz Loma por niños con sueños de fútbol, igual a los suyos.
Guillermo, dos años mayor, ya acusa la adolescencia; él no sólo dejó a sus hermanas, a su hermano y a sus compañeros del primero de secundaria del colegio Crispín Andrade Portugal, además de sus padres; también extrañará a su primer amor, así lo delató la tierna despedida en el aeropuerto de El Alto.
Tres horas de viaje por carretera para llegar desde Yungas hasta La Paz y una hora de vuelo entre el frío paceño y el calor de Santa Cruz alimentaron esos sueños de fútbol.
El primer viaje en avión no fue muy grato, uno de ellos se indispuso y con el rostro aún mojado por el llanto de sus familiares, y el propio, enfrentaron las turbulencias, el mal tiempo y la distancia, pero todo quedó atrás cuando Cristopher Lambert, el ministro consejero de la Embajada de EEUU, los presentó ante Roly Aguilera, el nieto de Ramón Tahuichi y director y heredero de la tradición de la Academia.
Roly aseguró que Guillermo y Wilson —al igual que al menos 30 niños de los Yungas, El Alto, el Chapare y Beni— tienen una doble oportunidad, la de estudiar y la de iniciar la materialización del sueño de jugar al fútbol y llegar a los grandes estadios.
“Felizmente de esos ejemplos hay muchos, hay niños que han llegado a jugar en Israel, hay otros que alternan en la Liga; pero también hay varios que están a punto de graduarse en universidades de Bolivia y de EEUU, ellos avanzaron con becas y el apoyo de Tahuichi y de la NAS”, dijo Aguilera.
Cristopher Lambert comprometió el apoyo de la embajada estadounidense y antes del adiós retó a los dos becarios a jugar un segundo partido en Yungas, como lo hicieron en octubre. “Pero esta vez, espero que haya un ganador”, bromeó.
Tras recorrer las instalaciones de la Academia y el albergue —que fue donado por la NAS— donde vivirán los próximos 10 meses, Guillermo y Wilson comenzaron a rodar sus sueños junto a la pelota. Se enfundaron en sus pantalones cortos y las camisetas con las que jugaron el torneo en Yungas, se calzaron las chuteras y empezaron a mostrar sus habilidades con la pelota.
Sin que medie presentación alguna, los tahuichis que observaban a un costado de la cancha fueron a buscar su ropa deportiva y armaron un picadito junto a Guillermo y Wilson.
Los dos nuevos tahuichis tienen sueños, pero advierten que cuando en el Hernando Siles griten uno de sus goles o celebren una de sus jugadas, ellos tendrán en su memoria ese primer viaje en avión, la primera distancia en tiempo y espacio de sus familias y de sus pueblos, todo por seguir el sueño de fútbol y de un futuro. Eduardo Chávez, enviado a Santa Cruz
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