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domingo, 7 de junio de 2009

“Si el penal entraba, las cosas hubieran cambiado”


La Prensa


Durante el partido y después, al salir del estadio Siles, Erwin Sánchez escuchó a los hinchas pedir su cabeza, le pidieron que renuncie a la dirección técnica de la Selección. Él respondió en los vestuarios que no piensa dejar el cargo, por el contrario, dice que sigue firme y que continuará con su labor.

“Hago lo mejor que puedo, en el tiempo que puedo y con los jugadores que puedo, no tengo por qué sentirme mal. Al contrario, sé que las cosas que he hecho son buenas y es un buen legado para la gente que viene después”, sostuvo “Platiní”.

Evitó ingresar en polémicas y no quiso referirse a los “culpables” de lo ocurrido. Optó por “hablar de fútbol” y, en su criterio, Bolivia debe seguir peleando por nivelarse “hacia arriba; entonces, hay que seguir machacando sobre esa misma tecla”.

Del trámite del partido sostuvo que sus dirigidos se equivocaron en muchos caminos y, sin buscar excusas para la derrota, señaló que el árbitro estuvo muy complaciente con el rival.

“Por ahí si el penal entraba, las cosas hubieran cambiado. Tuvimos muchas o algunas situaciones para cambiar este resultado, pero cuando la caprichosa (en alusión a la pelota) no quiere entrar pasa este tipo de cosas, lamentablemente no supimos ganar. Aparte de ello, se nota que seguimos teniendo altibajos, cometemos errores que nos cuestan partidos. Pero también en el fútbol se necesita un poquito de suerte y nosotros no la tuvimos. Nos llegó el autogol y después Carlos (Arias) fue un espectador más”, en alusión a que Venezuela no atacó nunca.

Para “Platiní”, el camino al Mundial no se acabó ayer. Todavía piensa que con los resultados registrados hay un margen de posibilidades por el que hay que luchar.

“Sigo siendo optimista en que la lucha será hasta el final, con más o menos días de trabajo hay que poner todo lo que esté a nuestro alcance para estar en la competición”.

Las frases

Venezuela tuvo mucho tiempo de preparación, hizo lo mismo que Chile, se defendió bien y no le encontramos la vuelta, equivocamos el camino. Encontraron el gol en una desfortunada acción nuestra”

Ronald Raldes

Zaguero de Bolivia

Mucha mala suerte, ése es el riesgo que uno tiene ahí atrás. A veces uno sale como héroe, ahora me tocó ser el villano. Sé que le pudo pasar a cualquiera, ahora hay que pensar únicamente en lo que viene”

Ronald Rivero

Autor del autogol

Siempre que uno realiza un trabajo serio tiene derecho a cosechar un triunfo, y hoy lo conseguimos. Estuvimos muy bien tácticamente y creo que el trabajo efectuado sirvió para sumar”

César Farias

Técnico de Venezuela
Se embriagó con apenas un vaso de vino tinto

Si el resultado fue desilusionante, la producción, el rendimiento, de la Selección nacional resultó aún peor.

Y más allá del matiz histórico del triunfo venezolano, está claro, como conclusión inicial, que Bolivia contribuyó bastante en el triste desenlace del “Siles”.

Por supuesto que en la alusión, el penal perdido por Marcelo Martins tiene mucho que ver. Se produjo en el mejor pasaje de la “verde”, cuando resolver el trámite parecía —engañosamente— sólo cuestión de tiempo.

La circunstancia obró como un cachetazo del que el local no terminó jamás de recuperarse. Peor aún cuando el infortunio provocó el autogol de Ronald Rivero.

De ahí en más, todo transcurrió por un carril de imprecisión, de nerviosismo y, sobre todo, de carencia de ideas.

El equipo desapareció y las individualidades (excepción hecha de Alex Da Rosa) también.

Venezuela apuró poco y nada a Carlos Arias, por lo que su principal virtud radicó en saber defenderse. Y delante de Rafael Romo, el buen portero, estableció un auténtico frontón con el que chocó el dueño de casa, sobre todo cuando producto de la desesperación apeló, una y otra vez, a centros aéreos sin receptor claro.

Habrá que poner, asimismo, en favor de la “vinotinto” su desenvolvimiento físico, a la par del boliviano. Sirvió, en consecuencia, el período de adaptación. Toda una inversión y, por supuesto, sinónimo de organización, más allá de los noventa minutos de juego.

Y es que, además, se dejó sentir la ausencia de Joaquín Botero que, está claro, no tiene reemplazo en la Bolivia presente.

Con la historia no se gana. Y esto algún día tenía que suceder. Atrás quedaron los resultados favorables y abultados que registra la estadística. Tampoco es que Venezuela haya mostrado una expresión futbolística altamente sobresaliente, pero con la que tuvo le alcanzó. Y he ahí otra razón para que la caída resulte todavía más penosa.

El encuentro apenas sí sobrepasó la barrera de lo discreto. Hubo, en general, demasiado amontonamiento de jugadores en pocos metros a la redonda.

Cuando Venezuela perdió la pelota, y aconteció a menudo, Bolivia —lenta y sin sorpresa— no la supo aprovechar. Y así era poco lo que podía esperarse. Hubo ciertos arrestos individuales, pero las precipitaciones gravitaron en mayor medida, como que al principio dio la impresión de que los costados podían aprovecharse para abastecer a los delanteros, pero paulatinamente dicha intención se desinfló.

Con el epílogo encima, Escóbar y Hoyos dispusieron de ocasiones para empatar, pero el guardameta visitante se impuso.

Antes, la expulsión de Martins reseñó que la noche no dejaba nada provechoso. El público asistió al influjo, seguramente, de la goleada a Argentina y, de pronto, fue devuelto a la realidad. Esto, en definitiva, concluyó en materia de auténticas posibilidades de acceder al quinto lugar. Y ojalá no se apele al fácil expediente de la matemática. Hay que jugar, de aquí en adelante, simplemente por cumplir. Tan frustrante como real.

Óscar Dorado Vega es director del programa televisivo El Clásico y corresponsal en Bolivia de la cadena internacional de Fox Sports.

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