El Tigre se lo había devorado en el primer tiempo (2-0). En el segundo, el equipo de Sandro Coelho retrasó sus líneas a partir de la expulsión de Thiago Leitao y no pudo impedir que llegara el empate celeste (2-2).
Bolívar salvó un punto y su invicto cuando parecía que el clásico paceño número 169 en la historia de la Liga sería para The Strongest. El Tigre jugó un estupendo primer tiempo, hizo dos goles y falló otros, pero en el segundo, con un jugador menos, no pudo impedir que la Academia, que saltó a esa etapa con otra actitud, le empatara (2-2) y estuviera incluso cerca de ganarle.
Fue un partido con un tiempo para cada uno, entretenido y peleado en todos los sectores, a ratos bien jugado; sin embargo, con un excesivo protagonismo del árbitro Joaquín Antequera, cuya actuación dejó dudas, y por eso a los atigrados no les faltó razón para irse de la cancha creyendo que el referí tuvo mucho que ver en el resultado.
No hay que olvidar tampoco que el Tigre, a pesar de jugar casi toda la segunda mitad con uno menos, tuvo más de una chance para anotar un tercer gol, y si no lo hizo, fue exclusiva responsabilidad de los jugadores que tuvieron en sus pies esas opciones, algunas más claras que las que por su parte tuvo Bolívar.
Hace rato que no se veía a un Tigre como el que jugó el primer tiempo. Lo hizo casi todo perfecto. Se mostró muy sólido atrás, cortando todos los circuitos ofensivos de Bolívar, pero la clave de todo estuvo en el medio del campo, donde ganó todas las batallas en esa fracción.
Chumacero jugó el mejor partido de su vida. Hizo recordar en esos primeros 45 minutos a las mejores épocas del Diablo Etcheverry, salvando las distancias. Los bolivaristas no tenían cómo frenarlo y fue a partir de ahí que brotaron las diferencias a favor de The Strongest.
Leo Reyes y Flores no se abastecían para enfrentarse no sólo a Chumacero, porque el Tigre además contó con el talento de Gutiérrez y Leitao, que se encargaron de manejar el balón y de distribuirlo con permanente vocación ofensiva.
Bolívar, en cambio, no se entendía. Evidentemente había sido sorprendido por el juego de su rival, no se lo esperaba y tampoco tuvo con qué responder. Ése de la primera mitad fue un Bolívar adormecido.
Los primeros 10 minutos fueron equilibrados, pero de ahí en más empezó a emerger la figura de Chumacero, y las cosas cambiaron, The Strongest se apoderó por completo de la pelota y fue creando situaciones que hacían presagiar que el gol no tardaría en llegar.
La primera acción clara fue de Chuma, que amagó hacia adentro y le pegó de derecha, apenas alto. La defensa de Bolívar, a esas alturas, ya estaba jugando muy abierta y dando ventajas.
La apertura de la cuenta llegó a los 25’. Chumacero fue a pelear por la pelota y con dificultad mandó un centro desde la izquierda, Torrico rechazó a medias y el Bomba le pegó fuerte.
Dos minutos después llegó el segundo. Todo el mundo sabe lo peligroso que es Gutiérrez en los tiros libres, el Bomba le pegó como él sabe, y Arias no pudo retener la pelota, apareció Thiago y lo liquidó.
The Strongest pudo haber hecho algún gol más en esa primera etapa, cuando se lo llevó por delante a Bolívar. Lo único que le faltó fue definir las varias situaciones generadas.
La Academia sólo había llegado una vez, a través de Anderson, que definió muy débil. Todo lo demás fue del Tigre.
Lo más claro fue cuando a Chumacero lo bajaron dos veces, porque de lo contrario se les iba. Después, Arias tapó un buen remate de Gutiérrez y, por último, un cabezazo de Leitao estuvo a tiro de gol.
Bolívar tenía que jugársela en el segundo periodo, y lo hizo. Volvió a la cancha con otra actitud y se apoderó rápido del partido. A los dos minutos, Ferreira estuvo cerca del descuento.
The Strongest había vuelto a la cancha con un planteamiento conservador. Quería ver hasta dónde podía Bolívar y si dejaba huecos para liquidarlo. La idea no estaba mal, pero la expulsión de Leitao a los ocho minutos condicionó esa propuesta, así que con uno menos tuvo que retroceder sus líneas y esperar para salir de contragolpe.
Bolívar anotó a los 9’ al cobrar un tiro libre, el centro de Charles fue empalmado por Ferreira que se anticipó a su marcador, y el 2-1 le dio otra tónica al juego.
Las cosas se dieron la vuelta. Si en el primer periodo fue The Strongest el que manejó las acciones, en el segundo fue la Academia. De manera que Bolívar, a sabiendas que tenía mucho a su favor, se fue con decisión en procura del empate. Abdón casi lo logra con un disparo fuerte y después Didí estuvo cerca, pero su remate encontró las manos de Fernández.
The Strongest trató de hacer olvidar que estaba con uno menos y de hecho pasó inadvertida la ausencia de Thiago. Logró equilibrar el juego en el medio sector y tuvo más de una opción para liquidar de contragolpe. Por ejemplo, Chumacero, primero, y Nelvin Soliz, después, perdieron sendas opciones, sobre todo éste, que tenía a su lado a Ribeiro y prefirió definir por su cuenta.
Bolívar siguió insistiendo, y la más clara ocasión para empatar estuvo en los pies de Anderson, el brasileño bajó el balón servido por Ríos y lo colocó, pero el palo se interpuso en su camino.
Las dos siguientes ocasiones fueron atigradas. Por una parte, un tiro libre de Gutiérrez, que Arias salvó con esfuerzo; por otra, una escapada de Chumacero, que optó por pasar a Ribeiro y el capitán disparó desviado.
Cuando llegó el empate de Bolívar (40’), dio la sensación de que hubo una falta de Ithurralde sobre dos zagueros de The Strongest, el árbitro dejó jugar y el balón le quedó a Charles, que no se equivocó.
Los últimos cinco minutos y pico tuvieron más contenido emotivo. Ni unos ni otros desmayaron. La suerte esta vez no estuvo del lado atigrado, si se toma en cuenta el tiro de Ribeiro al palo. Bolívar también pudo embocar, pero un disparo de Ferreira fue interceptado por Fernández.
The Strongest se lo perdió en los descuentos. Angulo fue a pelear el balón en el área bolivarista, ganó, pero Chumacero —el mejor de la tarde— hizo una demás y rifó esa última gran oportunidad.
Quizás el 2-2 sea justo. Los celestes se fueron cuasi festejando por no haber perdido su invicto; los atigrados renegaron más contra el árbitro que contra sí mismos. Antequera tuvo que ver en algunas cosas, pero no en los goles que el Tigre desperdició en todo el partido.
LA FIGURA
ALEJANDRO CHUMACERO
En el primer tiempo, fue el jugador que marcó la diferencia. Jugó endiablado, no había forma de detenerlo, porque a la velocidad que imprimió le añadió habilidad para quitarse hombres de encima y crear espacios, por eso los bolivaristas tuvieron que apelar más de una vez a la falta para frenarlo. En el segundo periodo, también generó las mejores opciones de gol y se perdió la que pudo ser de la victoria.
EL ÁRBITRO
MAL
Joaquín Antequera empezó mal mostrándole sólo amarilla a Parada, cuando tenía que expulsarlo por agredir con el codo a Chumacero. A partir de ahí, dio la impresión de que sus decisiones afectaban más a The Strongest. No hay que olvidar que Leonel Reyes fue una máquina de repartir patadas y ni siquiera fue amonestado. La expulsión a Leitao por doble amarilla no se discute, pero dejó pasar muchas otras faltas fuertes.
La otra mirada
ÚNICO INVICTO
Bolívar es el único equipo, de los 12 que disputan el torneo Apertura, que no conoce la derrota. Sin embargo, ayer se acabó su racha de victorias consecutivas. Antes de empatar con The Strongest había ganado sus primeros cuatro partidos.
EL PUNTO SIRVE
A Bolívar el resultado no le afecta porque sigue puntero en su serie con 13 unidades. Al Tigre tampoco le cae mal el punto, si se toma en cuenta que indirectamente otros resultados le favorecieron. Ahora tiene seis unidades, y a una de los punteros.
DOS PALOS
No sólo empataron en goles, también en tiros a los palos, uno para cada uno. El de Bolívar fue increíble, Gonzaga bajó el balón servido por Ríos, se acomodó bien y lo colocó lejos de Fernández, pero el parante derecho devolvió el esférico. Le ocurrió también a Ribeiro, cuyo fuerte disparo hizo que la pelota pegara en el madero izquierdo.
AÚN NO EMBOCA
Julián di Cosmo sigue peleado con el gol. Ha jugado ya varios partidos, pero el delantero argentino aún no ha podido convertir. Ayer, sin embargo, estuvo movedizo adelante. Cuando se marchó de la cancha, reemplazado por Nelvin Soliz, el público del sector de preferencia lo premió con aplausos.
NELVIN, ADELANTE
A propósito. Nelvin Soliz jugó su primer partido oficial en el año. No había tenido la oportunidad de estar antes. Coelho lo puso adelante en vez de Di Cosmo para aprovechar su velocidad y habilidad. En sus pies, el Tigre perdió un gol, en vez de tocar a Ribeiro, optó por culminar él mismo y definió facilitando la atajada de Arias.
FERREIRA, UNO MÁS
El delantero de Bolívar no para de anotar. Ya tiene seis goles en el campeonato y, como el año pasado, va camino a ser el goleador. Ayer definió de primera tras un centro de Charles. A propósito, el brasileño llegó a su cuarta conquista. Entre los dos han convertido 10 de los 13 tantos celestes en el certamen.
LAS AMARILLAS
El árbitro Joaquín Antequera amonestó a Colque, Amador, García y Gutiérrez, de The Strongest; a Parada, Flores, Charles y Juárez, de Bolívar, y expulsó a Thiago Leitao por doble amarilla.
FUE SU MEJOR PARTIDO
Chumacero jugó el clásico que soñaba
Alejandro Chumacero jugó el mejor partido de su vida. “Sí, en lo personal creo que sí”, dijo. Alguna vez seguramente había soñado con brillar en un clásico. Ayer ese sueño se hizo realidad, más allá de que el resultado hubiera dejado a los atigrados con las cajas destempladas.
No se recuerda un mejor cotejo de Chumacero. El juvenil, desde que emergió a la titularidad en el Tigre de mano de Coelho el año pasado, hizo buenos partidos y acostumbró a la afición a un nivel por lo general bueno, pero lo de ayer fue su despegue definitivo.
El chico que de niño hacía las delicias del público en los partidos de divisiones inferiores, gambeteando a cuanto rival se le ponía al frente, puso sobre el tapete verde de Miraflores varios elementos juntos: actitud, que en cada partido le sobra; inteligencia, fuerza física, velocidad explosiva y habilidad. Si le faltó algo fue definición, y por ese factor —por haber fallado— también va a recordar durante mucho tiempo esta su actuación. “Tal vez en la última jugada lo arruiné todo”, admitió.
Tuvo en sus pies la primera gran ocasión de gol. Amagó hacia adentro tras un pase de Gutiérrez, dejó mal parado a Ithurralde y su disparo se fue alto. Desde ese momento fue intratable.
Parada tuvo que pararlo con un codazo (18’). Después fue Flores el que apeló a la falta para detenerlo (22’). No había manera de quitarle el esférico.
A los 25’ no dio por perdido el balón, lo recogió en la izquierda y mandó el centro, que derivó en el gol de la apertura.
En esa primera mitad tuvo que soportar otro par de faltas, una de Flores y otra de Reyes. De paso, el árbitro no lo cuidó, a Leonel ni siquiera le sacó amarilla, y eso que la falta había sido fuerte contra Chumacero.
“A mí me tiran un codazo, me patea Lito, otro me patea, varios me golpean, ni siquiera una amarilla. Los patean a mis compañeros, y tampoco”, se quejó contra el árbitro.
En el segundo periodo también brilló, pero fue la parte en la que emergió su lado flaco en la definición. A los 12 minutos robó el balón, se fue solo, pero frenó su carrera y le dio tiempo a Arias para reaccionar.
Y no hay que olvidar que tuvo el gol de la victoria en sus pies. Se lo comió en el tercer minuto de adición por hacer una jugada demás. “Quise darle a mi compañero que estaba más solo, más libre, porque tenía a Torrico en mi espalda y no le pude pegar al balón. Creo que le dí muy atrás a Nelvin y él quiso meterla con el taquito. En vez de que (el balón) entre, se va afuera. Son cosas que pasan”.
Tal vez si cerraba los ojos y metía el bombazo, hubiera salido a festejar la victoria en el mejor partido de su vida.
La frase
"Contentísimo con el rendimiento, hasta lo último supimos luchar, hemos corrido bastante. Creo que hemos sido altamente superiores, físicamente también los hemos superado. Lo justo hubiera sido un triunfo”
Alejandro Chumacero jugó el mejor partido de su vida. “Sí, en lo personal creo que sí”, dijo. Alguna vez seguramente había soñado con brillar en un clásico. Ayer ese sueño se hizo realidad, más allá de que el resultado hubiera dejado a los atigrados con las cajas destempladas.
No se recuerda un mejor cotejo de Chumacero. El juvenil, desde que emergió a la titularidad en el Tigre de mano de Coelho el año pasado, hizo buenos partidos y acostumbró a la afición a un nivel por lo general bueno, pero lo de ayer fue su despegue definitivo.
El chico que de niño hacía las delicias del público en los partidos de divisiones inferiores, gambeteando a cuanto rival se le ponía al frente, puso sobre el tapete verde de Miraflores varios elementos juntos: actitud, que en cada partido le sobra; inteligencia, fuerza física, velocidad explosiva y habilidad. Si le faltó algo fue definición, y por ese factor —por haber fallado— también va a recordar durante mucho tiempo esta su actuación. “Tal vez en la última jugada lo arruiné todo”, admitió.
Tuvo en sus pies la primera gran ocasión de gol. Amagó hacia adentro tras un pase de Gutiérrez, dejó mal parado a Ithurralde y su disparo se fue alto. Desde ese momento fue intratable.
Parada tuvo que pararlo con un codazo (18’). Después fue Flores el que apeló a la falta para detenerlo (22’). No había manera de quitarle el esférico.
A los 25’ no dio por perdido el balón, lo recogió en la izquierda y mandó el centro, que derivó en el gol de la apertura.
En esa primera mitad tuvo que soportar otro par de faltas, una de Flores y otra de Reyes. De paso, el árbitro no lo cuidó, a Leonel ni siquiera le sacó amarilla, y eso que la falta había sido fuerte contra Chumacero.
“A mí me tiran un codazo, me patea Lito, otro me patea, varios me golpean, ni siquiera una amarilla. Los patean a mis compañeros, y tampoco”, se quejó contra el árbitro.
En el segundo periodo también brilló, pero fue la parte en la que emergió su lado flaco en la definición. A los 12 minutos robó el balón, se fue solo, pero frenó su carrera y le dio tiempo a Arias para reaccionar.
Y no hay que olvidar que tuvo el gol de la victoria en sus pies. Se lo comió en el tercer minuto de adición por hacer una jugada demás. “Quise darle a mi compañero que estaba más solo, más libre, porque tenía a Torrico en mi espalda y no le pude pegar al balón. Creo que le dí muy atrás a Nelvin y él quiso meterla con el taquito. En vez de que (el balón) entre, se va afuera. Son cosas que pasan”.
Tal vez si cerraba los ojos y metía el bombazo, hubiera salido a festejar la victoria en el mejor partido de su vida.
SÍNTESIS
THE STRONGEST 2
Gustavo Fernández
Luis Palacios
Santos Amador
Federico García
Percy Colque
Luis Ribeiro
Herman Soliz
Alejandro Chumacero
Thiago Leitao
Limberg Gutiérrez