El arbitraje boliviano se sacó tarjeta amarilla a sí mismo para darse cuenta de que su nivel no está bien, que debe reflexionar y sobre todo mejorar. En ese camino, el año pasado entró en una nueva dinámica de trabajo con la que espera evitar la roja.
Los hombres de negro (aunque hoy visten de varios colores) se han reorganizado a nivel administrativo y hay un nuevo sistema de control y autocrítica, del que todos tienen conocimiento para corregir errores después de cada partido.
El nivel actual no es bueno, lo reconoce el propio presidente del Comité Superior de Árbitros de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), Marcelo Ortubé, pero afirma también que el objetivo “es ir de regular para bueno”.
¿Qué cambios se han producido? Al parecer varios.
“Antes, cuando terminaba de dirigir un partido, había gente que me decía que había cumplido un buen trabajo en la cancha y otra, que no había cobrado una clara posición de adelanto. Nada más. No había un consejo profesional para reflexionar. En cambio, hoy es distinto, se socializa la crítica y autocrítica e incluso cada árbitro tiene una nota, ya sea de aprobación o desaprobación, hay un seguimiento con metodología, algo que antes no había”, dice el ex referí.
Desde que la Federación decidió respaldar al comité, incluso económicamente (porque el nuevo presidente es rentado), éste ha entrado en la era de la modernidad, ha creado una base de datos y cuadros estadísticos para hacer un seguimiento minucioso de cada juez.
Esta nueva forma de sistematizar datos y corregir errores arbitrales espera dar frutos a corto plazo: mejor nivel, mejor rendimiento físico y mejor aplicación de la regla.
Otro tema fundamental de hoy: estimular la autoestima con trabajo psicológico, algo que también recomienda la FIFA para tener árbitros con autoridad y personalidad.
Formulario FIFA. El organismo internacional tiene su cuota aparte en esta nueva etapa. Desde el año pasado circulan en las canchas del país formularios de calificación a los árbitros, que son llenados por los asesores.
En estos formularios hay varios casilleros donde se especifica el rol arbitral en varios aspectos:
El asesor reporta luego de cada juego las virtudes y defectos del árbitro en un partido, informa en detalle puntos positivos y áreas de mejora en la aplicación de las reglas de juego; en la condición física y de posicionamiento califica la resistencia, velocidad, aceleración en la posición y movimientos. El trabajo en equipo también está bajo observación.
Igual calificación y seguimiento se hace a los árbitros asistentes. Ve la precisión de las señales en situaciones de fuera de juego, faltas, saques de banda, saques de meta, etc. Como en posición y movimiento.
Además, hace comentarios adicionales, según así juzgue el asesor de árbitros, el que ahora también tiene mayor trabajo y más responsabilidad con “su” terna. Hoy los asesores (antes inspectores) se han convertido en una especie de tutor de tesis.
Las designaciones. Para evitar susceptibilidades, el Comité Nacional de Árbitros toma en cuenta en forma cuidadosa varios parámetros para designar una terna para cada partido.
Lo primero para dar ese paso es la escala de mejores actuaciones en la jornada anterior.
La evaluación se hace entre los tres miembros del Comité: el paceño Marcelo Ortubé (presidente), el cruceño Hebert Aguilera (vicepresidente) y el cochabambino Víctor Balderrama (secretario general).
“En una Liga nacional, lo ideal sería designar a cualquier árbitro para cualquier partido, pero como siempre hay susceptibilidades (en los clubes), nos evitamos de problemas al tomar en cuenta primero que el árbitro no sea de la ciudad de los equipos que juegan un partido”.
También se trata de evitar repetir que un juez dirija al mismo equipo en la siguiente fecha. “A veces se repite, pero es por necesidad, ocasionalmente”.
Antes, en los clásicos entre equipos locales, se veía conveniente que el referí sea también local, pero ahora se cambió ese criterio para quitarle presión a éste.
“Hoy no se ve ya conveniente hacer eso porque hay mucha presión a los árbitros, antes, durante y después del partido, incluso de parte de la familia y los amigos”.
Juntos como hermanos. Algo que cuida y recomienda el Comité, que además tiene castigo si es incumplido, es la disciplina de la terna arbitral antes de cada encuentro.
Como generalmente la terna es de otra ciudad, se recomienda que el viaje sea un día antes. No deben tener ningún contacto con nadie de los dos equipos. Incluso están prohibidos de atender llamados telefónicos de números (fijos y celular) desconocidos.
Se van del aeropuerto o la terminal de buses directo al hotel. Tienen que andar en grupo. “Algunos se han perdido alguna vez”, dice con una sonrisa Ortubé.
Una vez en el estadio donde se va a jugar el partido, salvo el inspector de árbitros, no debe ingresar nadie al camarín. Sólo el cuarto árbitro va a los vestuarios de los equipos, pero por razones técnicas, para verificar el color de las camisetas y recordar otros aspectos como el horario, por ejemplo.
“Los jueces saben que si estas normas no se cumplen, son pasibles a sanciones”.
Y antes de cada encuentro se les recomienda hacer el trabajo previo en equipo de la labor que se irá a cumplir en el campo de juego.
Así se evitan contactos con gente ajena, porque lo contrario crea demasiada susceptibilidad en los clubes.
Barras de medición. El Comité maneja en la computadora cuadros que miden el rendimiento individual de los árbitros.
El que cae en la barra roja es pasible a sanción (suspensión temporal). Son aquellos referís que cometen errores importantes de apreciación, como cobrar un penal, que defina un resultado.
En la barra celeste están los que tienen errores que no influyen en el resultado: un penal mal cobrado que no termina en gol o un fuera de juego evidente que no se advierte y tampoco termina en la red.
En la línea verde están los jueces que tienen compromisos internacionales. No se los toma en cuenta por esa razón en la Liga.
La barra ploma contempla a árbitros que se lesionan y no pueden dirigir. En ese sector hay informes médicos para establecer cuándo se puede volver a contar con ellos.
Y la barra café, en la que están quienes no pasan con éxito las pruebas físicas que se realizan cuatro veces cada año.
En lo que va del torneo Fundadores de la Liga (en la primera rueda, 11 fechas), Joaquín Antequera y Alejandro Mancilla son los más activos, con nueve partidos cada uno. José Jordán está detrás con siete.
Estado atlético. Los árbitros bolivianos no tienen como ocupación exclusiva el referato, que es una profesión en otros países. La mayoría trabaja y estudia, pero se da formas para estar bien, especialmente en conocimientos y la parte física.
Las pruebas son exigentes, demandan buen estado atlético. Los árbitros deben cubrir 40 metros en 6,2 segundos; los asistentes en seis, más rápido que los árbitros, porque deben correr a veces con la jugada, por ejemplo, en los contragolpes.
En resistencia, el árbitro central debe estar en mejor condición, porque es el que trajina de un terreno a otro varias veces.
“La rutina para estar en forma la tiene cada uno, pero lo hacen lunes, miércoles y viernes; en Santa Cruz se entrenan por las noches; en La Paz, por las mañanas, de 6.00 a 7.30. Después atienden sus ocupaciones”.
Según Ortubé, ahora viene el desafío más importante: mejorar el nivel que hay para evitar ver la tarjeta roja.
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