El seleccionado argentino tuvo este viernes un rendimiento deslucido y decepcionante, sigue sin dar muestras de un estilo definido, acarrea evidentes problemas defensivos y para completar el combo apenas empató con Bolivia en el Monumental 1-1.
Por eso el equipo de Alejandro Sabella se fue abucheado por un público que fue escaso en cuanto a cantidad, con más razón si se tiene en cuenta de que se trató de un partido correspondiente a la tercera fecha de las Eliminatorias Sudamericanas para el Mundial de Brasil 2014.
Mientras el público despotricaba en las gradas, la formación albiceleste se fue dolorida por el nivel del juego y por el valor de los dos puntos dejados en el camino, a pesar de que se trataba de un juego como local y ante uno de los adversarios, al menos en los papeles, más débiles.
En contraste con los silbidos generalizados, hubo una ovación para el marcador lateral boquense Clemente Rodríguez, quien reapareció en el seleccionado y lo hizo como para quedarse con el puesto, más allá de que ataca mucho mejor de lo que defiende.
El elenco de la AFA se encontró en desventaja apenas empezado el segundo tiempo, tras un error gravísimo de Martín Demichelis que Marcelo Moreno Martín cambió por gol.
Pero poco después, el ingresado Ezequiel Lavezzi igualó con un zurdazo al palo derecho de Carlos Arias.
El equipo argentino sigue sin convencer, no muestra un patrón de juego definido y, más allá de los destellos de Lionel Messi y la recuperación que aporta Javier Mascherano en el mediocampo, es un equipo sin ideas y que dista de entusiasmar.
En el comienzo Argentina intentó monopolizr el balón mientras que el equipo boliviano, tal como se preveía, se refugió en su campo e intentó generar peligro únicamente con Moreno Martins, su jugador más adelantado.
Para desarticular el cerrojo defensivo propuesto por la visita Argentina hizo circular la pelota al ras y con el afan de crear espacios en el ataque tuvo algunos desajustes en defensa que pudo haberlos pagado caro.
En una acción clave, a los 21 minutos, el árbitro ecuatoriano Enrique Vera cometió un error garrafal al detener el juego tras una infracción contra Messi y anular la conquista que consiguió Gonzalo Higuan mediante un remate cruzado desde la derecha.
Pasado el ecuador de la primera etapa, Argentina mostró lo mejor de su faceta ofensiva de la mano de Messi y de Javier Pastore.
A los 27, el creativo del Paris Saint Germain habilitó a Messi y el del Barcelona desde la medialuna disparó hacia la derecha de Carlos Arias, pero controló el arquero.
A los 34, se produjo otra escena importante para el conjunto de Sabella. Pastore hizo pasar la pelota entre las piernas de un oponente en tres cuartos de cancha y probó con pierna zurda desde la puerta del área, pero su envío fue desviado con la punta de los dedos por Arias y el esférico pegó en la base del poste izquierdo.
Argentina encontró las posiciones más claras cuando se movió en ataque y dejó de ser estático.
Bolivia tuvo marca en su doble cinco con Jaime Robles y Walter Flores, pero Rudy Cardozo y Martins llevaron poco peligro hasta la posición de Sergio Romero.
En el segundo período Argentina se vio rápidamente en desventaja porque Demichelis perdió insólitamente una pelota en la salida, Moreno Martins amagó dos veces en el área y fusiló a Romero en el primer palo.
Así Argentina se vio obligada a buscar la igualdad y la alcanzó a los 14 cuando Messi tocó para Gago y el volante de la Roma cedió para el recién ingresado Lavezzi, quien hizo una diagonal de derecha a izquierda y definió con eficacia.
Argentina persistió en el ataque durante toda la etapa, pero encontró a un conjunto boliviano muy bien abroquelado, que parado para el contraataque complicó a la endeble defensa albiceleste.
Lavezzi a los 21 remató bajo y Arias sacó al córner. Después Messi hizo una jugada al estilo de las que aporta en el Barcelona, pero esta vez tiró desviado. A los 37 hubo un cabezazo cruzado de Lavezzi, pero tampoco así se obtuvo el gol que tanta falta hacía.
Poco, demasiado poco fue lo que hizo Argentina y por eso el 1-1 además del resultado final se transformó en un castigo.
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