Hoy se recuerdan 19 años de aquella victoria épica que logró Bolivia ante Brasil en las eliminatorias del 93’. Marco Antonio Etcheverry fue uno de los artífices del triunfo convirtiendo el primer gol con una pelota ‘endiablada’ que se coló entre las piernas de Taffarel.
Fue una tarde mágica para Marco Antonio Etcheverry, y el final de un mito que nos haría tocar el cielo con las manos a los millones de bolivianos que disfrutaron y celebraron una victoria que acababa con el invicto de Brasil en eliminatorias mundialistas y nos cimentaba el sueño de participar por primera vez en un mundial logrando una clasificación por mérito propio.
El partido se jugó en el estadio Hernando Siles de La Paz un 25 de julio de 1993, aquella selección boliviana, la mejor de todos los tiempos, se enfrentaba al ‘scratch’ brasileño que tenía entre sus figuras a Romario, Cafú y Bebeto. Para los amantes de la historia, este duelo es recordado por dos momentos clave.
El primero, aquel remate desde el punto penal ejecutado por Erwin Sánchez que Claudio Taffarel devolvió con las piernas. La desazón en el equipo boliviano hacía presa del nerviosismo que se trasladaba hasta las abarrotadas graderías del mítico estadio paceño.
El segundo se produjo justo y cuando el partido llegaba a su fin. Gustavo Quinteros (ex seleccionador nacional) robaba el balón casi en su área y de manera inmediata, adelantó la pelota para que un joven Marco Antonio Etcheverry de solo 22 años liberara una carrera épica que acabaría con el grito supremo del gol. El ‘Diablo’ le escondía la pelota al defensa brasileño Ricardo Gomes, que con empujones y hasta sujetándolo de la camiseta peleó la tenencia del balón.
El reloj indicaba 88 minutos de juego, casi exhausto por el esfuerzo y con una fe grandísima, Marco remató la pelota de zurda mirando de manera expectante su trayectoria. Su respiración se detuvo, el público se puso de pie, un Taffarel confiado estiraba las manos sin sospechar que la ‘caprichosa’ no quería estar con él, que su idilio con las redes la impulsaba a buscar la portería. Etcheverry dirigía la pelota con su mirada y de repente, esta chocaba en el talón del brasileño y entre sus piernas se metía en el fondo.
El ruido fue infernal, el grito de gol que emitieron los fanáticos fue tremendo; Bolivia le ganaba a Brasil. Ese gol nos demostraba que sí había esperanza, que se podía ganar, que la ilusión de conseguir un boleto a un mundial dependía de nosotros. Era el 1-0 que significaba la primera derrota de Brasil en una eliminatoria.
Herida en su orgullo, la Canarinha intentó buscar el empate, pero sería Álvaro Guillermo Peña quien con derechazo imparable fulminaría las esperanzas brasileñas y nos sumergiría en un éxtasis de júbilo por lograr aquella hazaña que dejaba un resultado final de 2-0.
Ahora, 19 años después, las sonrisas en el rostro de los bolivianos continúan dibujadas al recordar aquel momento que sin duda escribió una página dorada en la historia del fútbol nacional.
Bolivia antes era una buena selección, por lo que estoy viendo. Pero ahora se ha fregado totalmente, espero que valla recuperando poco a poco lo que fue en sus buenos tiempos.
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