La Razon
Xabier Azkargorta debe seguir al mando de la selección nacional de fútbol, coincidieron ayer Ronald Raldes y Marcelo Martins, los principales referentes del actual plantel verde. El delantero del Flamengo de Brasil dijo que “sería un error” dejar que se marche el entrenador una vez que finalice su contrato con la Federación Boliviana de Fútbol (FBF), en octubre, cuando acaben las eliminatorias para el Mundial Brasil 2014.
Azkargorta dirigió a Bolivia por primera vez entre 1993 y 1994, cuando la selección nacional se clasificó al Mundial de Estados Unidos; y regresó hace uno año para tratar de reencaminar el camino rumbo a Brasil 2014, que había comenzado Gustavo Quinteros, aunque sin fortuna.
“No serviría de nada contratar a un gran entrenador y sólo darle una oportunidad. Ahora que ha convocado a jugadores jóvenes hay que seguir con este trabajo y sería un error fatal que se vaya”, insistió Martins.
Azkargorta admitió que le gustaría seguir, después de que ha presentado varios proyectos de trabajo para las selecciones de menores, en procura de generar una base que con los años sirva para afrontar las competiciones internacionales de mayores.
La dirigencia de la FBF señaló que, si bien la intención es la de retenerlo, va a depender de las condiciones económicas que tenga la entidad para ampliar el contrato, aunque sólo por unos meses, hasta que en septiembre del próximo año sea elegido el nuevo comité ejecutivo, que se hará cargo de la contratación de un cuerpo técnico para el nuevo periodo de cuatro años.
El capitán Ronald Raldes puso de manifiesto que si bien los jugadores no se meten en la parte administrativa, es bueno que se escuche su palabra y respaldó a Azkargorta.
“Sin duda que debe quedarse, porque los proyectos y las ideas no se tienen que cortar, por el contrario, hay que prolongarlos durante varios años. Por tanto, está en manos de la dirigencia resolver esta situación. Los dirigentes tienen los proyectos en sus manos y decidirán qué es lo mejor para nuestro fútbol”. Raldes agregó que no ve un motivo valedero por el cual se tenga que comenzar otro proceso, cuando con el actual puede seguir caminando por una senda que considera es la correcta.
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