Junto con Guido Loayza, de Bolívar, Miguel
Antelo, de Oriente Petrolero, es uno de los presidentes de clubes más
antiguos en el ámbito del fútbol profesional boliviano. El directivo
albiverde felicitó a los académicos por el rumbo que tomaron, pero
aseguró que no todos pueden hacerlo y están obligados a depender del
bolsillo de algunos directivos pudientes.
— ¿En el fútbol boliviano aún hay los “quijotes” de antes?
— Yo asumí la presidencia de Oriente en 1985, a mis 35 años, y eso me
permitió compartir y conocer la labor de dirigentes de la talla de
Rafael Mendoza, Mario Mercado, Roberto Tito Paz, Óscar Mileta y muchos
otros de Real Santa Cruz, Guabirá y demás que dieron dinero personal.
Salvando distancias con esas personalidades, actualmente hay dirigentes,
y los hubo, que siempre pusieron, porque así lo exige la presidencia de
un club.
— ¿Todos acabaron solventes o supo de algunos que quebraron?
— Muchos, a muchos presidentes y dirigentes les fue mal. No me gustaría
mencionarlos, porque sería señalarlos cuando en realidad ellos hicieron
mucho por sus clubes, sin embargo, acabaron en situaciones difíciles;
quienes estamos cerca de nuestros clubes sabemos de lo que se trata.
Quienes perdieron casas, patrimonio y otras cosas nunca más volvieron al
club.
— ¿Por qué surgen los quijotismos en el fútbol boliviano?
— Porque el fútbol boliviano no tiene gran capacidad económica, el
movimiento financiero no es el mismo de los países del extranjero,
entonces los dirigentes de clubes acá nos vemos en apuros y en la
necesidad última de sacar dinero propio.
— ¿Usted habló con su familia para invertir en Oriente?
— Mire, es tan difícil hablar hasta con los hijos, porque ya son
grandes y merecen explicaciones. Decirles que vamos a sacar una plata es
complicado, porque cuando ellos nos piden para algún gustito no
significativo nosotros nos tacañeamos; en cambio somos blanditos cuando
es para el club; muy fácil metemos la plata, eso es cierto.
— ¿Hay malas decisiones en las inversiones que provocan crisis?
— Cometemos errores, quizá en la contratación de un técnico, de un
jugador que no funcionó; pero ¿sabe quiénes pagan eso?, nosotros mismos,
porque igual debemos cubrir. El desmedro es para nosotros mismos.
— ¿No siente que es la tarea más injusta y la más fea del fútbol?
— Sí, porque los títulos lo ganan los técnicos, los jugadores y la
hinchada, pero si hay fracaso, es de los dirigentes. Muchas veces me he
desmoralizado, porque uno queda solo con el fracaso y casi nadie le
acompaña.
— ¿Usted destaca a algún dirigente liguero por ese tipo de labor?
— A todos, a todos, porque así uno ponga 100 pesos está dando algo que
es suyo para su club. Hay dirigentes esforzados como Kurt (Reintsch), a
quien empiezo a conocer. Y siempre admiré a Enrique Happ en Cochabamba.
También es destacado lo que hace Marcelo Claure, no lo conozco
personalmente, hablamos por teléfono, pero felicité a Guido (Loayza) por
encontrar a un bolivarista, paceño, y un hombre exitoso que se metió en
el fútbol de su país, de su ciudad.
— Dicen que algunos dirigentes viven del fútbol, ¿es así?
— Esa es una acusación ligera, injusta e ignorante contra los
presidentes de clubes, y eso cae por su propio peso. Si falta dinero,
¿de dónde saca plata el dirigente?, ¿quién le ayuda? En lo personal, yo
sólo expresé mi disconformidad con el manejo económico que se hace en
las instituciones.
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