Un año después de haber conquistado el tricampeonato, The Strongest volvió ayer a gritar campeón boliviano como vencedor del torneo Apertura —arrebatándole la corona a su tradicional adversario Bolívar—, y fue gracias a que no se rindió nunca, lo hizo con garra y corazón, fiel a su historia.
El Tigre hizo lo que tenía que hacer, venció a Real Potosí 3-0 en el estadio Hernando Siles y —como sucedió en el primer título de la histórica serie de tres— recibió también una mano de Nacional Potosí, que derrotó en casa a la Academia (1-0) y lo bajó del pedestal.
Hace un tiempo —tras caer precisamente ante la Bolívar— The Strongest estaba casi desahuciado, pero encadenó una serie de resultados favorables —sobre todo los triunfos en Warnes y Montero— y a la vez que cumplía con sus deberes el panorama fue cambiando a su favor hasta que ayer dio la vuelta olímpica ante su afición.
Como al Tigre no le quedaba otra que ganar, rápido asumió ante Real el papel de protagonista principal; sin embargo, también pasó sustos, sobre todo en el segundo tiempo, cuando el potosino asomaba con peligro.
La apertura de la cuenta fue obra de Diego Bejarano, un gol que llegó en un momento preciso, cuando los ataques terminaban neutralizados por Henry Lapczyk. La jugada llevó el sello atigrado, con un centro hacia el primer palo y la aparición sorpresiva del zaguero para meter el cabezazo que desató el delirio de la hinchada atigrada, a los 40’. En el complemento, el Tigre bajó la intensidad del juego, fue más cauteloso y dejó crecer al potosino que adelantó sus líneas. Pero The Strongest utilizó la mejor arma que tiene cuando lo atacan, salió de contragolpe y liquidó a su rival en la recta final.
En cuatro minutos (32’ y 36’) le puso la firma la conquista. Las jugadas tuvieron algo de similitud, primero Reinoso le regaló el gol a Gabriel Ríos, quien ingresaba solo y tocó el balón que se metió lentamente en el arco.
Y después el colombiano puso el tercero con un toque suave con arco vacío luego de una combinación entre Castro y Chávez. A esa altura la fiesta ya estaba instalada en el Siles teñido de oro y negro.
Un partido aparte del capitán fuera de la cancha
El capitán atigrado Pablo Escobar vivió ayer un partido aparte. No jugó porque fue expulsado en el choque anterior contra Oriente Petrolero. Pero desde un costado del banco de suplentes del Tigre vio las acciones y también sufrió.
Puso un oído en lo que pasaba en Potosí, siguió una trasmisión radial del juego entre Nacional y Bolívar, y pasaba información de primera mano al instante.
Caminaba nervioso, se agarraba la cabeza cuando sus compañeros se perdían los goles, hasta que explotó de alegría cuando llegó el tanto de Nacional, y quizás lo festejó más que varios de los 12 que él mismo anotó en esta campaña.
En la segunda parte siguió así, mientras los suplentes desarrollaban la labor de calentamiento, de rato en rato ponía los audífonos en los oídos de Andrés Jemio y Alejandro da Silva, quienes también estaban interesados en saber lo que ocurría en la Villa Imperial.
Su felicidad fue completa cuando escuchó el final en Potosí y se abrazó con quienes estaban cerca. Y ni bien acabó el partido de su Tigre, salió disparado al campo de juego para festejar con sus compañeros.
“He sufrido mucho más afuera de la cancha, seguía atento a lo que pasaba en Potosí”, dijo.
‘Cuando le tocan su orgullo, el Tigre mata’
Después de recibir el trofeo de campeón, los jugadores de The Strongest se reunieron en el centro del campo de juego para elevar una oración y dar gracias por el éxito alcanzado.
Luego tomó la palabra el capitán, Pablo Escobar, quien a nombre del plantel le dedicó el título a Kurt Reintsch.
“Este equipo, antes de jugadores, tiene personas y hay que respetar la historia del club. Cuando le tocan su orgullo, el Tigre mata; es un equipo de poca plata, pero de mucho huevo”, enfatizó Escobar en ese momento.
La gente que estaba en el estadio escuchó en silencio, pues las transmisiones radiales amplificaron las palabras del capitán.
“Este triunfo es dedicado para usted, presidente, porque sabemos que tenemos muchos problemas y poca plata”.
Ese momento todos aplaudieron y Escobar y Reintsch se fundieron en un abrazo. El dirigente no pudo aguantar la emoción y derramó lágrimas, y agradeció a los jugadores por el título.
Acto seguido tomó la palabra Daniel Vaca, el segundo capitán, y dio gracias a Dios por haberlos llevado “de la mano”. De inmediato rezaron el Padrenuestro.
Después comenzó la gran fiesta, hubo la tradicional vuelta olímpica que se inició en la curva sur, siguió por la preferencia, la curva norte y la recta de general, desde donde salieron humos de color amarillo y negro.
Mucha gente se quedó en las tribunas hasta que el último jugador ingresó a vestuarios.
Una ovación despidió a los futbolistas, todos recibieron el afecto de los hinchas. El plantel se quedó en el camarín hasta las 20.00, aun así hubo aficionados que esperaron pacientemente en la salida del estadio para aplaudir a los campeones, quienes se fueron a un restaurant para compartir una cena.
El plantel tendrá un descanso hasta los primeros días de enero, cuando comience a preparar sus desafíos de 2014
El acto central fue improvisado
La Liga anunció en la semana que había tomado sus precauciones para proclamar al campeón del torneo en Potosí o en La Paz, pero no fue tan así, pues en el estadio Hernando Siles se improvisó la ceremonia central. Dio la impresión de que la fiesta estaba organizada para realizarla en la Villa Imperial, donde Bolívar tenía más chance de ganar el torneo Apertura.
Cuando terminó el partido, en Miraflores, jugadores, cuerpo técnico y dirigentes de The Strongest comenzaron el festejo en la cancha y se fueron a saludar a los hinchas de la curva sur. Mientras tanto, un grupo de personas armó una tarima a la rápida y detrás puso el banner del auspiciador del torneo.
No hubo un maestro de ceremonias, tampoco sistema de amplificación. Cuando los integrantes del plantel subieron al escenario, les pidieron que se fueran a un costado, pues había riesgo de que se registrara un accidente, pues no había garantías de que aguante el peso.
Arnulfo Cabrera, dirigente de The Strongest y vicepresidente de la Liga, fue el encargado de entregar el trofeo que lo recibieron Pablo Escobar —quien no jugó ayer— y Daniel Vaca, los dos capitanes.
Tampoco hubo papel picado, menos pirotecnia. Acto seguido los futbolistas bajaron y fue en la cancha donde dieron rienda suelta a su alegría por la conquista del campeonato.
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