Un día como hoy, hace 51 años, el país vibró de alegría y de emoción. El
31 de marzo de 1963, el pueblo boliviano celebró la conquista del
título sudamericano de fútbol en condición de invicto, al vencer en la
final a Brasil (5-4).
El recuerdo de quienes han sido protagonistas de esa memorable hazaña
sigue latente hoy, porque para la mayoría de esos campeones todavía
tiene la dicha de revivirla y contarla.
Uno de ellos es Hugo Palenque, aquel formidable y corajudo jugador que estuvo en la lista del técnico Danilo Alvim.
Cuenta que el 31 de marzo de 1963 fue “un día memorable e histórico para
el fútbol boliviano” porque se ganó por primera vez un título
sudamericano y de forma invicta, fruto del esfuerzo y de una
concentración de aproximadamente seis meses.
“Cuando se llamó a la Selección del 63, en La Paz se convocó a 45
jugadores, en Cochabamba a 10, en Oruro a 4, en Santa Cruz a 10 y alguno
que otro de otra ciudad para conformar 70 u 80 futbolistas que tenían
que luchar por 20 puestos”.
“En cambio hoy —añade— sólo se convocan a 25 jugadores, entonces no hay
una competitividad interna por ganarse el puesto y se trabaja cuatro a
cinco días que no son suficientes para hacer un buen complemento en el
juego”.
Resaltó que las concentraciones largas, en ese sentido, tienen un efecto
positivo, además “antes la mayoría trabajaba, sólo dos o tres vivían
del fútbol, el resto de su trabajo. Esa vez el gobierno de (Víctor) Paz
Estenssoro dictó un decreto que nos declaraba en comisión y eso nos dio
tranquilidad para entrenar todos los días”.
PRIMER DÍA
Recordó que cuando comenzó la concentración en la Clínica Remedios de
Cochabamba, “todos llegaron con la ilusión de jugar el Sudamericano y
eso había que ganárselo entrenando duro y parejo todos los días”.
“De los casi 70 y tantos que comenzamos, cada día se iba eliminando uno a
uno, por lesión o disposición táctica y eso era doloroso”, cuenta
Palenque al recordar que “el domingo era el único día de descanso,
salíamos a las 9.00 y volvíamos a las 17.00 en la góndola junto al
entrenador, si alguien se atrasaba quedaba fuera de la Selección”.
Subrayó que el DT brasileño Alvim no era de mucho hablar ni cuando tenía
que comunicar que estabas fuera del equipo, porque “él tenía una
pizarra en el hall donde estaban todas las novedades. Si llegabas tarde,
hacías algo indebido o te lesionabas, tu nombre estaba en la pizarra,
sólo entrabas a la pieza para recoger tus cosas, no había vuelta, así
seas el mejor jugador del equipo”.
Con nostalgia dijo que cuando “un amigo estaba en la lista nos dolía,
sentíamos mucho, pero eran las reglas de juego. Había mucha disciplina,
seriedad y responsabilidad entre todos; aunque en los momentos libres
también la pasábamos gozando”.
“Las partidas más sentidas fueron las de Armando Escóbar, quien era buen
amigo y excelente jugador, pero en su puesto había cuatro buenos
también, entre ellos el ‘Maestro’ Ugarte; otra baja que dolió fue la del
defensor Rocabado, quien llegó tarde y su nombre ya estaba en la
pizarra como ‘despedido’”.
COMO UNA FAMILIA
Relató que “la Selección era una familia, vivíamos como hermanos, todos
nos ayudábamos, pero a la hora de entrenar y jugar era una entrega
total, ahí cada uno se valía por sí solo. Los únicos seguros eran
Wilfredo Camacho y Ramiro Blacut, que jugaban en el exterior”.
Palenque contó una anécdota: “Cuando llegó Wilfredo Camacho de Argentina
con traje, corbata y una maleta grande, como bienvenida lo lanzamos a
la piscina tal como llegó, pensamos que se iba a enojar, pero al salir
sonrió y nos agradeció”.
Agregó que Camacho “llegó elegante (jugaba en el fútbol argentino y le
iba bien) cuando nosotros teníamos sólo dos juegos de ropa, uno de
preparación física y otro de entrenamiento, que después de cada práctica
teníamos que lavar y tenía que secar para el día siguiente, sino te
ponías húmedo (sonríe)”.
Resaltó que los más bromistas y graciosos eran Jesús ‘Pinchón’ Herbas y
Ausberto ‘Oso’ García, quienes contaban chistes y hacían bromas.
“García cambiaba zapatillas, alteraba los cachos un número 40 con un 38,
amarraba las mangas de las camisetas, ocultaba la ropa y cosas así que
disfrutábamos en el grupo, cambiaba los platos, se sacaba la carne del
otro, pero no por maldad sino para gozar”, rememoró.
Recordó que antes los zapatos de fútbol “tenían puentes y encima
‘chuñitos’ que se salían seguido; por lo que cada uno tenía su repuesto
en el bolsillo y el utilero andaba siempre con su martillo y tachuelas”.
Recordó que “el más callado y alejado del grupo era Milton Flores, quien
agarraba su libro y se iba lejos para leer, decía ‘soy universitario’.
Algunas veces, para que se integrara al grupo se lo ocultaban su libro,
pero ni así, solamente se enojaba y nos decía ‘ignorantes’”.
EN EL COLMIL
Contó que en la recta final de la preparación se concentraron en el
Colegio Militar, donde aprendieron más de lo que era la disciplina y la
puntualidad.
“Todo lo que hemos vivido en el Colegio Militar nos ha servido de mucho a
todos, porque nos levantábamos temprano, hacíamos ejercicios igual que
los cadetes, incluso hacíamos competencias, comíamos la misma comida,
fue algo inolvidable y ahí muchos hemos comprendido cómo era defender a
la patria”.
Reseñó que cuando estaban concentrados, “muchos de nosotros no dormíamos
bien porque pensábamos si estábamos en la lista o no, por eso en las
mañanas corríamos a ver la pizarra y eso ocurrió hasta que inscribieron
la nómina oficial a la Confederación para el torneo”.
Mencionó que cuando alcanzaron el título, “la gente invadió la cancha y
nos sacaron todo, a muchos los dejaron semidesnudos, a otros les
quitaron hasta el buzo, el único que teníamos, por eso muchos no tenemos
ningún recuerdo, pero sí el cariño de la gente y el histórico título”.
51 AÑOS han pasado desde aquella fecha memorable —31 de marzo de 1963—
cuando la Selección boliviana conquistó de forma invicta el título
sudamericano de fútbol.
“Ganar una Copa es lo máximo para un jugador, y nosotros le hemos dado una a Bolivia.
“Así como está nuestro futbol, veo difícil que podamos lograr un título o una clasificación al Mundial.
Respeta los dos hitos de nuestro fútbol
Hugo Palenque prefiere no entrar en polémica con Guido Loayza, ex
presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, para quien tiene más
mérito futbolístico la clasificación de Bolivia al Mundial de EEUU en
1993 que el título ganado en el Sudamericano del 63.
“A Guido Loayza lo conozco hace mucho tiempo y respeto su opinión e
ideas, él debe saber por qué lo dice”. Agregó que “la clasificación del
93 tiene su historia, ha hecho también una larga concentración y ha
tenido jugadores de mucha calidad que en el momento no tenemos. Pero
nosotros siempre decimos que los del 93 y 94 no han sido menos ni más
que nosotros, creemos que ellos tienen su lugar como también nosotros”.
“Nosotros le hemos regalado al país un título —añadió— y los del 94 una
clasificación. El título no se pierde nunca, te da una certificación de
que es una Copa, además está registrado en la historia del fútbol
sudamericano, en cambio la clasificación no te da una Copa, pero cada
uno tiene su mérito y hay que ser respetuoso de cada uno”.
Un vistazo a la actualidad
Hugo Palenque cree que el fútbol boliviano debe ser manejado por una
sola cabeza, porque la Liga y las asociaciones no dejan desenvolverse
libremente.
“Me da pena el fútbol boliviano de hoy. Pienso que, con lo poco que
conozco de dirección de deportes, el fútbol debe estar regido por una
sola cabeza, sin la Liga ni las asociaciones para que se pueda hacer
mejor las cosas para bien del fútbol nacional”, reflexionó.
Asimismo, aseguró que la actuación de jugadores extranjeros en los
clubes “debe ser más limitada porque le quitan espacio a los futbolistas
nacionales. Soy de la idea que se debe nacionalizar por uno o dos años
para tener mayor cantera de jugadores”.
Mencionó que año que pasa las recordaciones son cada vez con menos
jugadores, porque “muchos de los ex compañeros están delicados de salud y
eso nos llena de mucha pena”.
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