Bolívar fue anoche un equipo con tesón, batallador, peleó cada pelota como si fuera la última, nunca la dio por perdida, luchó de principio a fin como un verdadero guerrero, y tanto esfuerzo —tanta encomiable actitud— valió la pena, porque con esos argumentos, dejando de lado el juego vistoso, se convirtió en el primer cuarto finalista —uno de los ocho mejores equipos— de esta edición de la Copa Libertadores.
El estadio Hernando Siles —repleto de celestes— estalló de algarabía cuando sonó el pitazo final que selló el 1-1 frente al mexicano León, y el mérito también está en que la Academia dejó en el camino a uno de los rivales mejor armados del certamen.
Al final tuvo gran valor el empate a dos (2-2) producido en el lance de ida, ese cotejo en México que Bolívar incluso pudo ganar, y esos dos goles convertidos de visitante que fueron el plus para obtener el pase frente a uno solo que hizo su rival.
La noche en Miraflores comenzó mal para la Academia, León —obligado a ganar— no entró con miramientos. Al tercer minuto ya estrelló la pelota en el travesaño después de un tiro libre y a los 5’ comenzó ganando con un cabezazo de Arizala que generó una pendiente en el camino de los bolivaristas.
Ahí comenzó la gran tarea de Bolívar. El tener que remar contra un resultado adverso. Y primó para salir adelante —hay que recalcarlo— la fortaleza tanto individual como colectiva para dar pelea, fue así que logró equilibrar el juego y disponer de mejores opciones —por lo general no muy claras— que su adversario las sintió. Y lo importante que hizo el equipo local fue persistir.
Así, ya siendo dominador del juego, fue madurando el gol del empate, que llegó a los 36’ —pudo llegar antes porque tuvo opciones— con un centro —otro más— de Arce, una zambullida de Ferreira que alcanzó a tocar la pelota con la cabeza para que le cayera justo a los pies de Eguino, quien convirtió el gol de su vida.
Quizás en el segundo tiempo calmaron un poco las aguas, es que Bolívar —con mucho despliegue físico— lo puso a raya al León, no le dejó caminos, lo presionó arriba, por los costados, no le dejó espacios por el centro, y todo eso, a la vez que le permitió no sufrir tanto en su última línea, marcó caminos que bien pudieron haberle dado el gol del triunfo.
Lo que comenzó mal, terminó bien. La Academia supo encarar éste que era un partido complicado. Y ahora lo festeja con merecimientos.
La figura - Gerardo Yecerotte
Jugó hasta que no pudo más. Peleó cada pelota defendiendo. También fue adelante llevando peligro. Obrero a carta cabal.
El árbitro - Bien
Adrián Vélez —bien apoyado en sus asistentes— cobró bien. Fue riguroso cobrando hasta la mínima falta. Expulsó bien a Márquez.
Los datos
Fríos
Bolívar entró desenchufado al partido, dominado por el rival. Fue así que, superado, recibió el gol como balde de agua fría. León había hecho méritos para abrir rápido la cuenta. Arizala cabeceó sin marca alguna.
Reacción
El golpe no le duró a la Academia, más bien le hizo reaccionar. Logró equilibrar el juego y después pasó a dominar en varios pasajes. Tuvo varias acciones como para llegar al empate, hasta que finalmente Eguino, como un atacante, lo consiguió (36’).
¿México otra vez?, o mejor Argentina
La preferencia de los celestes está clara, pues en cuartos de final prefieren ir a Argentina, para rivalizar con el Lanús, que ir de nuevo a México, para jugar frente al Santos Laguna. Lo que sí está claro es que Bolívar jugará primero en condición de visitante y cerrará la llave en casa, en el Siles. Santos Laguna y Lanús jugarán hoy (23.10) el partido de vuelta en Torreón (México). En la ida, el conjunto argentino se impuso a través de un apretado 2-1.
Lo que quiere decir que al cuadro azteca —obligado a ganar hoy— le puede bastar con imponerse por 1-0, haciendo valer el tanto convertido como visitante. El argentino buscará por lo menos un empate para pasar.
De acuerdo con el calendario de la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol), el partido de ida de cuartos de final se jugará el miércoles 7 de mayo (en Torreón o Buenos Aires) y el cotejo de vuelta, una semana después, el día 14, en el estadio Hernando Siles de La Paz.
Van siete partidos sin perder
Una caída
La historia de Bolívar en esta Copa comenzó con una derrota, en Ecuador ante Emelec, seguida por un empate, en La Paz ante León. Justo a partir de ahí, el equipo celeste lleva siete cotejos seguidos sin perder, cinco de la fase de grupos y dos de los octavos de final. Dentro de esa racha, en seis (tres empates y tres derrotas) el DT fue Xabier Azkargorta, quien desde que debutó no ha perdido en la Libertadores.
Como en 2000
Es la segunda vez, bajo el actual sistema de la Copa Libertadores, que Bolívar alcanza los cuartos de final. Ya le ocurrió en 2000, aunque no pudo continuar hacia las semifinales, pues fue eliminado por otro mexicano, el América.
León no pudo
Bolívar jugó cuatro partidos en esta edición de la Copa contra el mexicano León, y no perdió ninguno. Los dos partidos que jugaron en La Paz terminaron 1-1, la Academia ganó (0-1) e igualó en México (2-2).
Óscar Dorado Vega: Ir a cuartos cuesta caro
Para obtener la clasificación la cuota de sufrimiento se hizo patente anoche. Tanto como el esfuerzo. Y es que Arízala, de entrada, dejó a Bolívar desconcertado y al estadio Hernando Siles —repleto de bolivaristas— silenciado. Lo sacó de contexto y más allá del providencial empate de Eguino, León controló la pelota casi todo el primer tiempo, en un partido abierto, con acciones de área a área, casi sin tránsito en el medio campo.
Al dueño de casa lo consumieron sobre todo la ansiedad y el nerviosismo. De manera que las imprecisiones se repitieron, factor que fue bien aprovechado por los mexicanos, que vendieron cara —quedó muy claro— la eliminación del certamen en el que querían llegar a lo más alto.
En el complemento los celestes retrocedieron unos metros, cuidaron —no sin solvencia— el resultado y esperaron la opción de un contragolpe definitorio, que no se produjo porque la prioridad apuntó, sin disimulos, a evitar que el guardameta Quiñónez pasara por sobresaltos.
La circunstancia generó un cotejo batallado, muy trabado. Y en ese terreno la Academia no desentonó. Ya no hubo tanta dinámica de juego pero sí una disputa marcada por el balón en el centro de la cancha, con menos espacios. El juego se transformó. Y los virtuosos se calzaron el traje de obreros, tal como la coyuntura lo exigía.
La expulsión de Rafael Márquez —por un incomprensible patadón a la espalda de Saavedra— allanó en algo la tarea, pero ni aún así, a pesar de alguna oportunidad de gol desperdiciada en el arco sur, la disputa decreció en intensidad.
Bolívar dejó a la vera del camino a un adversario complicadísimo. Empatarle en casa (al igual que ocurrió en la fase de grupos —en ambos casos con el mismo 1-1) costó muchísimo y acaso por eso el éxito se rodeó de alivio. Cuando el colombiano Vélez —de discreto arbitraje— pitó el final se descomprimió la tensión, instalada, dentro y fuera del rectángulo, de punta a cabo. Parada brava, de veras.
Óscar Dorado Vega es corresponsal en Bolivia de Fox Sports.
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