The Strongest, uno de los más populares del fútbol boliviano, es una dramática muestra de esa situación, con su plantilla impaga desde julio, su presidente en la cárcel por deudas bancarias y su directiva acéfala por renuncia de sus dirigentes.
Los jugadores de otros clubes más pequeños como el Real Potosí o Sport Boys, también están en paro por falta de salarios.
Además "Blooming está igual, la U de Sucre, la U de Pando", según el abogado David Paniagua, asesor legal del gremio de futbolistas profesionales bolivianos (Fabol).
En total es la mitad de los 12 clubes de la primera división que está azotada fuertemente por crisis en sus economías producto de estadios vacíos, a causa de un fútbol estancado y cada vez menos atractivo.
La situación era más grave por una huelga de los abogados del Tribunal de Resolución de Disputas (TRD), también por falta de pago, que fue levantada en las últimas horas.
"Esa es una buena señal para que haya fútbol el fin de semana", saludó el presidente de Fabol, Milton Melgar, talentoso volante de River Plate y Boca Juniors de Argentina, a finales de los 80.
Con el tribunal en huelga "los jugadores estaban indefensos", dijo a la prensa local.
Una crisis que no es nueva
La crisis boliviana no es sin embargo nueva, es recurrente y, peor, aparentemente congénita. El club Bolívar propuso el año pasado eliminar el carácter tricéfalo de la dirección del fútbol boliviano.
Según su presidente, Guido Loayza, la coexistencia de tres direcciones: una Federación, encargada de las selecciones nacionales, una Liga, que organiza los torneos de primera división, y una Asociación, para divisiones menores, está matando al fútbol boliviano.
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