Hace rato que Bolivia no jugaba tan bien como lo hizo anoche en Coquimbo, con orden para defenderse y atrevimiento para atacar, además con una gran actitud y bríos renovados, y así estuvo a punto de ganarle a Chile, uno de los mejores seleccionados de Sudamérica, que llegó al empate (2-2) a los 90 minutos gracias a un penal inventado por el árbitro.
Cuando se trata de partidos amistosos, el resultado no interesa sino que lo importante es la producción, y en esto la selección nacional dio sobradas muestras de un rendimiento a la altura de un cotejo exigente, en el que tuvo respuestas para casi todo.
Fue el debut de la “era Soria” como seleccionador nacional; y en su primera vez al mando de la Verde en un encuentro Clase A, Mauricio Soria fue capaz de ponerle al equipo varios elementos para hacerlo consistente.
Con las estrellas que tiene, con el rodaje de sus jugadores se sabía que Chile era superior, pero Bolivia cortó las diferencias, primero con la energía del plantel, inyectado con otro tipo de resolución; luego con sus desplazamientos defensivos organizados; pero además, de mitad de cancha para arriba, con la capacidad para generar juego, el suficiente para provocar desajustes en su adversario y hacerle un daño amenazante.
Bolivia pasó los primeros minutos sin sobresaltos; en cambio, en la primera oportunidad que tuvo, abrió la cuenta, efectivamente por un error de Medel que cedió mal hacia atrás, pero con el acierto de Carlos Saucedo, que el “regalo” lo transformó en gol con una notable definición a los 14’.
Los chilenos se volcaron en pos del empate, y fue ahí cuando surgió el buen trabajo defensivo boliviano, que además no se metió atrás sino que batalló en el medio, hasta que a los 42’ Aranguiz igualó (1-1) tras un rebote que dio Quiñónez.
En la segunda parte, al minuto Raldes salvó la caída del arco nacional rechazando sobre la línea, y a los 6’ Bolivia se puso otra vez arriba con otra extraordinaria definición de Saucedo, amagó ante dos y colocó un balazo mandándolo a las redes.
De ahí en más, el golero Romel Quiñónez pasó a ser la otra figura del partido con sus atajadas; el trabajo defensivo boliviano parecía multiplicado, y por más que Chile bregó y bregó, no pudo llegar a concretar. Hasta que a los 44’, Edward Zenteno desplazó a un rival con el hombro, algo lícito en el fútbol, solo que el árbitro consideró que fue penal y le dio a Chile la herramienta para empatar (45’) mediante Vidal.
La figura - Carlos Saucedo
Las atajadas de Quiñónez fueron notables, como lo fueron las definiciones de Saucedo para los goles. Éste, además, hasta defendió.
El árbitro - Mal
Pablo Díaz pasó por alto dos penales claros, uno para cada lado, y cobró uno que no fue. También con otras decisiones ayudó a Chile.
Los datos
Uno más
El árbitro argentino Pablo Díaz jugó a favor de Chile, en especial no cobró un penal clarísimo de Roco a Arce, y se inventó una pena máxima que no era, con la que el local logró empatar.Cuando ya estaba 2-2, hubo un penal en el área boliviana que pasó por alto.
Salvadas
Entre el golero Romel Quiñónez, que tuvo por lo menos atajadas notables, y el zaguero Ronald Raldes, que rechazó dos pelotas sobre la línea, Bolivia evitó que Chile cambiara la historia.
Todos los debutantes estuvieron a la altura
Fue una jornada de debuts en el equipo boliviano (partidos clase A entre selecciones absolutas) y en medio de un rendimiento general bastante bueno, los nuevos salieron a flote. De todos ellos, el naturalizado Damián Lizio se puso sobre el hombro el juego del medio campo hacia adelante y fue el más desequilibrante en ataque, jugando en el nivel que ya demostró en una época en Bolívar.
Hubo una buena tarea por las bandas, sectores en los que Miguel Hurtado —sobre todo él— y Leonel Morales cumplieron la doble función de defender y convertirse en una forma de salida. Sin hacer mucho ruido, el sueco-boliviano Martin Smedberg-Dalence tuvo un juego acertado, no se hizo problema para combinar su función de volante ofensivo con la de ir a marcar, y se ha ganado el derecho de ser llamado de nuevo. Cuando entró Juan Carlos Zampiery le dio frescura y velocidad a la salida y el ataque.
Faltó poco para repetir lo de 1994
Solo un triunfo
Por un error de datos, Marcas afirmó ayer que Bolivia nunca le había ganado a Chile en su casa. En realidad sí hubo un triunfo, fue en 1994, en un amistoso que se saldó a favor de la selección nacional, dirigida por Xabier Azkargorta, con el resultado de 1-2. Anoche, un penal inventado por el árbitro evitó que se repitiera ese score.
Dos empates
Chile y Bolivia han jugado 17 veces en territorio chileno, y el de ayer fue el segundo empate, con el mismo resultado (2-2) registrado en 2001, entonces por eliminatorias mundialistas. Van, además, 14 triunfos de la Roja y uno de la Verde.
Primer empate
Bolivia jugó este año cinco amistosos —todos en el exterior— Clase A (entre selecciones absolutas, por tanto no se cuenta el partido ante la selección olímpica de Brasil), y obtuvo su primer empate. En los cuatro anteriores había perdido.
Óscar Dorado Vega: Más que una buena señal
Comenzó a notarse la mano de Mauricio Soria: primera conclusión. El equipo sumó entrenamientos y ganó en actitud. No solo eso. Tuvo fútbol productivo. Enfrentó a un rival mundialista sin temores. Ordenadamente en el centro de la cancha, pero sin renunciar —con base en salida rápida— al contragolpe. No es fácil incomodar a Chile (que de local conservó anoche, a duras penas, gracias a un penal discutible, un invicto de dos años) que no le encontró la vuelta al partido.
Bolivia se distribuyó pulcra y adecuadamente a lo ancho, le copó espacios a un adversario que los precisa para jugar como sabe y en este aspecto la lectura del entrenador fue bien interpretada por sus dirigidos. Ejemplo claro: en el rubro de presionar.
Y a la hora de recopilar atributos cabe aludir, además de la conducta, una saludable dosis de osadía en pro de dañar. Fue como hacer borrón y cuenta nueva para iniciar de veras —y ojalá sea así— una nueva etapa.
Saucedo ratificó su capacidad de definición. Lizio volvió a demostrar que se tomó muy en serio su llamado al plantel. Azogue resaltó como peón de ida y vuelta. Hurtado y Morales no desentonaron para nada. Quiñónez estuvo flojo en el primer gol (rebote hacia adelante) pero después se rehabilitó ampliamente con varias atajadas de mérito. Raldes desparramó liderazgo. Y, en general, el cuadro en sí respondió de un modo si se quiere sorprendente, más aún con el antecedente fresco de lo acontecido en Brasil.
En este sentido, cuando el visitante sufrió la lógica y sostenida arremetida del oponente respondió a fuerza de eficacia, multiplicando esfuerzos y despliegue, no extraviando la línea. En otras palabras: erguido, a la altura de la ocasión. No se amilanó. Y abrió, automáticamente, el abanico de la ilusión a propósito de esperar días mejores.
Puede ser la experiencia de Coquimbo un punto de partida. Quedó de manifiesto que Bolivia no jugó exclusivamente para defenderse, como tantas veces. Controló a Chile —lo maniató— y supo batir dos veces a Herrera, explotando errores, lo que, claro, no deja de ser una virtud. En definitiva, una actuación de matices saludables, esperanzadores.
Óscar Dorado Vega es corresponsal en Bolivia de Fox Sports.
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