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lunes, 1 de diciembre de 2014

El fútbol llegó en tren y se quedó para siempre

A fines del siglo XIX se practicaba en el país la pelota de mano o pelota vasca como resabio de la colonia, particularmente en Cochabamba deportes como el boxeo era el favorito entre los matarifes de la zona sur (ahora en pleno centro) de la ciudad.

Y es que el conocido como “viril deporte de los puños” ganó un gran número de adeptos y tuvo en genuinos cochabambinos a los más grandes exponentes históricos en su culto.

Desde el inicio de la actual avenida Aroma y hasta la nostálgica (Yarq’ay) plazuela Osorio los prósperos negocios de los carboneros, jaboneros, carniceros y, por supuesto, los sacrificados y corpulentos trabajadores del matadero municipal convertido hoy en un centro cultural (mARTadero), cultivaron el que tal vez sea el primer deporte de práctica masiva de este valle.

Sin embargo, la práctica de deportes en forma asociada y organizada, se inició en Bolivia con la construcción de los ferrocarriles y fue el fútbol el primer deporte en ser introducido al país como pasatiempo por los empleados ingleses de la empresa Bolivian Railway, compañía encargada de construir y luego administrar la red ferroviaria.

Según investigaciones sobre la historia del fútbol en Bolivia, el 15 de mayo de 1892, arribó a Oruro la primera locomotora y con ella los primeros partidos de fútbol, siendo los actores los empleados de la empresa de ferrocarriles. La novedad se apoderó de la juventud orureña, y el 26 de mayo de 1896 se fundó el primer club de fútbol en el país: El Oruro Royal.

Tras arduas gestiones, en 1917, llegó a Cochabamba el ferrocarril trayendo consigo la magia del balompié. En 1922 irrumpió en el firmamento valluno, el ahora centenario Racing Club de Cochabamba.

Según relatos de la época, los cochabambinos recibieron entusiastas este nuevo deporte, sin embargo era el boxeo el más practicado. Más aún con las míticas rivalidades que para entonces ya se habían hilvanado entre los de la zona del matadero y los de Cala Cala, al norte de la ciudad, en una zona rocosa en su parte próxima al cerro, pero verde y de abundantes manantiales en la franja anterior.

En el caso de Quillacollo, sin precisar fechas, a fines de la década de los años 20 comenzó a practicarse el fútbol con la fundación del Ever Ready, aunque existen versiones de que ya se “pichangueaba” apenas llegado el ferrocarril, pues esta pequeña ciudad tenía una dinámica comercial muy grande y era parada obligada de los trenes.

Los partidos se disputaban en la afamada Plaza de Papas, hoy Plaza Bolívar, y que fue utilizada como campo de fútbol hasta mediados de la década de los 50.

En 1937 se fundó el célebre Club Junín, el mayor referente del fútbol quillacolleño, siendo épicos los encuentros que disputó con prestigiosos planteles de Cochabamba, La Paz, Oruro y los centros mineros.

Son memorables los partidos que el Junín enfrentó con el varias veces campeón paceño Litoral, que tenía en sus filas a los célebres jugadores de la época como el Fierito Gutiérrez y el implacable goleador de origen argentino Caparelli.

Cuenta la leyenda que cuando se cobró un lanzamiento penal a favor de Litoral, tiro convertido en forma magistral por Caparelli, la banda de música que amenizaba la tarde deportiva, arrancó con la consabida diana para conmemorar la conquista, el jugador corrió raudamente hasta la popular chichería de La Barbona, que estaba ubicada frente a la cancha, y una vez allí se echó un pletórico tutumazo de chicha para luego retornar al campo de juego con las pilas recargadas.

Otro vibrante encuentro fue aquel disputado frente a la selección de Antofagasta de Chile, cotejo que se convirtió en el primer match internacional de fútbol realizado en Quillacollo. En dicha oportunidad, el equipo local se alzó con una victoria de dos goles a uno.

Debido a la euforia que despertaba este deporte en los habitantes, surgió la idea de conformar la Liga Provincial de Deportes, siendo su primer presidente, el coronel Delfín Arias.

Fútbol espectáculo de la provincia

Poco más de medio siglo después de su irrupción en estos valles, la práctica del fútbol tomó una popularidad sin precedentes que fue creciendo hasta nuestros días. El fútbol asociado y los históricos campeonatos nacionales previos a la creación de la actual Liga profesional, dejaron pasajes épicos que se convrtieron en verdadero hitos.

En las provincias, antes de su casi desaparición tras la irrupción de la Liga, la euforia fue tal que se erigieron titánicos proyectos, que hoy mismo son envidiables.

Una vez obtenido su retorno a la primera división, en 1970, la dirigencia del Club Bata de Quillacollo determinó armar un “equipo espectáculo”, recurriendo a jugadores extranjeros con grandes inversiones.

El primer ensayo con futbolistas foráneos se produjo en febrero de 1968, cuando arribaron a Cochabamba, tres players chilenos, de buenas condiciones y grandes antecedentes futbolísticos como Juan Páez, Gregorio Silva y Pedro Díaz. De ellos, Juan Páez, ostentaba el mérito de haber integrado la preselección de su país. Lamentablemente, sus pretensiones salariales, estaban a la par de sus habilidades con la pelota, razón por la cual no se pudo llegar a un acuerdo.

El primer jugador extranjero de Bata, fue el argentino Chamorro, quien alternó en la Copa Simón Bolívar del año 1968 y luego pasar a Municipal de Cochabamba.

Bata dio paso a una legión de destacados futbolistas extranjeros como los brasileños Moscatelly, Dedé, Pafuncio, Capu y Milton Johana; el chileno Villalón; los peruanos Lasón, Rivadineira y Pitín Zegarra; los paraguayos Pedroza y Lino Bordón y otros.

Asimismo, destacaron los jugadores nacionales, Limbert Cabrera Rivero, Silvio Rojas, Severino Romero y otros. Silvio Rojas, vistió la casaca azul del Bata a sus 16 años.

La fulgurante trayectoria de Bata terminó con su desafiliación de la Liga, por decisión del mismísimo Thomas Bata, presidente de la multinacional del calzado del mismo nombre.

Desde entonces, Bata pasó a ser un recuerdo de las épocas gloriosas del fútbol de Quillacollo, y hasta ahora su sitial no ha sido ocupado por nadie, pese a los esfuerzos de empresarios y amantes del fútbol.

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