Bolivia llegó a los cuartos de final de la Copa América y protagonizó de esa manera toda una sorpresa, sin embargo, no tuvo ni la conducción ni el nivel para defender esa clasificación y aspirar a convertirse en una de las mejores cuatro selecciones del campeonato.
De los cuatro partidos que jugó, la mejor imagen de la selección fue la exhibida en el segundo encuentro, frente a Ecuador —al que derrotó 3-2—, primero porque hizo tres goles en el periodo inicial y, segundo, porque en la parte complementaria supo defenderse para obtener tres puntos que —sumados al logrado frente a México en su debut, con un empate sin goles— sirvieron para instalarse en la siguiente instancia como segundo del Grupo A, solo detrás del anfitrión Chile y dejando fuera a las otras dos selecciones. Fue un logro luego de 18 años y después de 20 años jugando la Copa en el exterior.
La cara que mostró Bolivia al comienzo del certamen fue de una selección ordenada en lo defensivo, aunque a pesar de ello vulnerable, pero con poco poder ofensivo, sin embargo, éste se destapó en esos minutos del partido contra Ecuador en los que convirtió tres tantos.
Había comenzado ante México (0-0) dejando una sensación de ser un equipo de dos caras: en el primer tiempo estuvo más cerca de la victoria, pero no supo concretar sus pocas opciones de gol; en el segundo se salvó de perder, por todo lo que creó México.
Dio la sensación de que el punto obtenido dejaba sabor a poco, ya que si se hubiera animado un poco más, estaba para pelear por las tres unidades. El salto hacia el lance con Ecuador fue con la misma alineación (4-4-2), salvo un cambio: la salida por lesión de Jhasmani Campos y el ingreso de Damián Lizio en el medio sector.
Antes de que jugara su tercer partido de la primera fase, ante Chile, todo fue alegría por el panorama que acercaba a Bolivia a cuartos de final, que se consolidó previo al enfrentamiento con la selección anfitriona gracias a un triunfo de Ecuador sobre México.
Minutos antes de saltar a la cancha para jugar en el estadio Nacional, las cosas empezaron a cambiar. El técnico, Mauricio Soria, decidió improvisar con cuatro cambios de última hora en la alineación, en vez de apostar por la que en apariencia ya había ganado en confianza: el resultado fue una caída de 5-0.
Si ese fue un desacierto de Soria, lo fue más el siguiente, en cuartos de final, ante Perú. Para ese cotejo, no solo cambió nombres, sino también el “dibujo” táctico, que desorientó a todos y probablemente incluso a los futbolistas. La línea de tres no respondió, como tampoco lo hicieron sus innovaciones. Fue derrota de 3-1, dejando la pregunta en el aire: ¿a qué jugó Bolivia?
No hay comentarios.:
Publicar un comentario