Un empate soso sin goles con México en el debut y 45 minutos de vértigo en los que marcaron tres goles a Ecuador en la segunda jornada de la fase de grupos fueron suficientes para pavimentar el camino a cuartos de final y poner fin a 18 años de derrotas y empates en la Copa América.
Poco importó que gran parte del capital se hubiera dilapidado en el segundo tiempo y que el partido con los ecuatorianos terminara con un triunfo estrecho por 2-3.
Una combinación de resultados garantizó la clasificación en la tercera jornada, aunque no dejó de ser penoso que la celebración hubiera resultado manchada con la goleada ante Chile por 5-0.
Desde aquella noche del 19 de junio surgió con timidez la duda: ¿Realmente merecía la Verde pasar de la fase de grupos? Si para los mismos bolivianos avanzar a cuartos de final ya era una sorpresa y hasta un hito, el desenlace ante Perú deja ahora un mar de dudas sobre el presente y el mediano futuro en el que se avista el comienzo de las eliminatorias del Mundial de Rusia.
Hasta ahí el vaso medio vacío.
Para el seleccionador Mauricio Soria, sus jugadores demostraron en Chile que hay madera para tallar y tela para cortar.
Insinuó que hasta octubre, cuando comenzarán las eliminatorias sudamericanas, buscará ajustar dinámicas de juego para volver a ser temibles como anfitriones en La Paz, y añadirle elementos para ser rocosos fuera de su hábitat.
Desde su óptica, el vaso se ve medio lleno.
A Soria le critican los cambios inesperados que introdujo en la formación para enfrentar a Perú. Al cabo de cuatro partidos, de doce puntos posibles apenas se rescataron cuatro.
Quizá no sea el momento de echar cohetes y sí de aprender de las experiencias e incrementar el trabajo.
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