Las aproximadamente 500 personas que alentaron a Bolivia en el estadio Elías Figueroa celebraron ruidosamente el triunfo de la selección, que está muy cerca de clasificarse a los cuartos de final de la Copa América. Pero de la desbordante alegría por el cómodo triunfo 3-0 del primer tiempo, pasaron a la angustia en el segundo, más después de que Ecuador se puso 3-2 y todavía quedaban algunos minutos por jugar.
Pocos pero ruidosos en comparación de los ecuatorianos, que fueron más en Valparaíso, los hinchas bolivianos se ubicaron en las cuatro tribunas y se unieron en un solo grito de “Bolivia, Bolivia, Bolivia”.
Ni qué decir cuando Ronald Raldes marcó la apertura y luego siguió la fiesta con el estreno como anotador en el plantel de Martin Smedberg Dalence, en su quinto partido con Bolivia —jugó los dos amistosos de octubre (Sub-23 de Brasil y absoluta de Chile), frente a Argentina y el debut en la Copa contra México—. El desborde fue total con el penal bien pateado por Marcelo Martins.
Antes de esa conquista los hinchas vieron y celebraron cómo Rómel Quiñónez le detuvo el penal a Enner Valencia. El golero adivinó en el segundo intento (en el primero hubo gol, anulado por invasión de área) y negó la posibilidad del descuento.
Eran momentos en los que Ecuador tenía más la pelota, intentaba llegar, pero atrás había una muralla sólida de hasta cinco hombres, pues el sueco boliviano también bajó para proteger. Los nervios dominaron en el segundo tiempo, Ecuador atacó y controló el lance, tuvo en el fuerte viento que llegaba desde la playa a un aliado. Por ese factor para los nuestros era imposible lanzar pases largos y aéreos.
Los últimos 13 minutos fueron para el infarto, pero el hincha siguió con su apoyo y su esfuerzo fue recompensado, al final todos se fundieron en un abrazo. Tantos años sin poder celebrar una victoria. Luego aplaudieron a rabiar a los futbolistas cuando éstos se acercaron a saludarlos.
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