Dos entrenadores con experiencia que dirigieron en Bolivia y fallecieron hace unos años, en alguna oportunidad contaron ejemplos de cómo se manejaban los códigos de vestuario: el uruguayo-venezolano Wálter Cata Roque y el chileno Raúl Pino, quienes eran partidarios de respetarlos sí o sí.
Cuando en 1989, Cata Roque dirigía al club San José de Oruro, dio una fuerte reprimenda a un futbolista de su plantilla por romper el código.
Ese jugador, un delantero, se encontró de casualidad con el presidente de entonces, quien le consultó sobre el porqué no jugaba siendo un hombre con experiencia. Entonces el futbolista se quejó contra Roque y llegó a contar muchas cosas más íntimas del grupo, las cuales luego fueron expresadas por el directivo como reclamo hacia el entrenador santo.
Entonces, Roque decidió al día siguiente, una vez comprobado de quién se trataba, regañar al jugador infractor. “Cómo puede ser posible que tú le cuentes al presidente las cosas del grupo y de por qué no juegas, cuando tú sabes cómo es tu rendimiento, cosa que yo ni nadie contó afuera. Última vez que rompes el código”.
Meses después de ese episodio, Roque, el delantero regañado y todo el plantel de San José dieron la vuelta olímpica como campeones nacionales. El grupo se hizo muy unido y bastante fuerte.
Pino protagonizó otra figura para aplicar el código de vestuario, fue cuando a principios de los años 80 dirigía a Wilstermann de Cochabamba y cuando una de las figuras del equipo faltó a una práctica y no se sabía cómo la dirigencia del club se enteró de ello. Ante las consultas insistentes, el entonces entrenador optó por evitar exponer al jugador y optó por manifestar que él le había dado permiso ante una emergencia.
Cuando el futbolista faltón se presentó al día siguiente a las prácticas y explicó que tuvo problemas familiares, Pino le recriminó y le puso un ultimátum. “Por una pelotudez tuya tuve que decir otra cosa a los dirigentes y tú ni llamaste ni nada. A mí no me importa qué te pasó. Ahora, dos semanas seguidas pagas parrilladas al plantel y si repites la falta, tú solo te vas”, sentenció Pino.
Esas historias como otras no salieron a luz pública en su momento, sino años después. El mensaje era el de cuidar el grupo a como dé lugar. “Las cosas deben decirse adentro, nunca afuera”, decía Roque. Hoy hay casos de técnicos que quieren aplicar disciplina irrestricta, pero sufren el solapado desprecio de sus jugadores hasta fisurar la relación en el camarín.
Existe en todas partes del mundo
En los equipos y en las selecciones del mundo, sea en España, Italia, Alemania, Brasil, Argentina, Sudáfrica o Japón, allá donde se juega al fútbol competitivo, están vigentes los códigos, asegura el entrenador argentino Néstor Clausen.
“En Europa, en Argentina, en Brasil y en gran parte de las ligas del mundo hay jugadores que beben y surgen indisciplinados, pero el código es el mismo y ordena no exponer públicamente al infractor”, dice. Sin embargo, Álvaro Peña, quien trabajó como asistente técnico en el fútbol de Ucrania, sostiene que en las regiones de Europa oriental no son necesarios los códigos por el comportamiento de los futbolistas
“En otros lados no se los considera porque se sobreentiende que un entrenador, que un jugador, tienen que manejarse de manera correcta, clara, sin ocultar cosas. Trabajé en Ucrania muchos años y vi pocas faltas”, asegura. Peña coincide en que hay cosas que jamás se las tendría que decir públicamente. “En el fútbol uno tiene que ser honesto con su trabajo sin importar qué entrenador esté”.
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