Aún sin puntos en su cuenta, la selección boliviana de fútbol inició el lunes sus entrenamientos para enfrentar a Venezuela de local y como visitante a Paraguay, en las eliminatorias para Rusia-2018, con la presión de ganar y dejar por fin los fracasos.
"Estar en la selección es una presión, por tener a un país por delante", afirmó en conferencia de prensa el juvenil volante Moisés Villarroel, procedente de la Universidad de Chile, a poco de comenzar los primeros movimientos en cancha. Aseguró que "en cada partido que nos toque, hay que sacar puntos sea de local o de visitante", pues el próximo jueves 12 de noviembre recibe a Venezuela y, luego debe emprender rumbo a Asunción para medirse el 17 ante Paraguay.
Los altiplánicos están en el fondo de la tabla de posiciones, entre 10 equipos sudamericanos, mientras que la vinotinto está en el penúltimo peldaño y los guaraníes en cuarto lugar. Bolivia fracasó en la primera y segunda fecha, al caer 2-0 ante Uruguay de local, el 9 de octubre, y días después por la misma cuenta ante Ecuador en Quito. Villarroel, de 16 años y fichado este año por el equipo chileno, destacó que, a pesar de los dos tropiezos, "hay buen ambiente en el equipo".
El joven delantero Paul Arano, del boliviano Blooming, reconoció que "hay muchas cosas que mejorar, se habló de recambio y una de las cosas que está haciendo el 'profe' (Julio César Baldivieso) es dar oportunidad a los jóvenes". A la selección aún no llegarán los legionarios Martín Smedberg, volante del IFK Gotteborg sueco, Gustavo Pinedo, delantero del San Martín argentino; Danny y Diego Bejarano, ambos en filas del Panetolikos FC griego; y el experimentado volante Jhasmany Campos, del Kazma de Kuwait. Bolivia también soporta una fuerte crisis en la cúpula del fútbol, por la encarcelación en julio pasado del ahora expresidente de la Federación Boliviana (FBF) y a la vez tesorero de la Conmebol, Carlos Chávez, por una investigación judicial por supuesta corrupción.
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