El panorama se ve de la siguiente manera: si se le gana a Bolivia y a Ecuador, esos dos triunfos pondrían en la zona de clasificación al cafetalero. Si los resultados no son positivos, no sólo se alejaría el sueño de jugar de nuevo dos mundiales seguidos, como en los 90, sino que seguramente se empezaría a proyectar un recambio en el proceso. Un recambio que, en la gran mayoría de los casos, empieza con su técnico.Esta vez, los ánimos no llegan tan exacerbados como antes. La selección ha perdido su brillo en los últimos encuentros que ha jugado. Justamente el último, la derrota contra Argentina en el Metropolitano, fue el golpe de gracia a un conjunto que, en la opinión de muchos, no es ni sombra de lo que fue en Brasil-2014.
Y aunque los partidos de la tricolor siempre convocan las mejores sensaciones de optimismo y el ánimo más festivo, esta vez el panorama está rodeado de un aire de intriga. La convocatoria que presentó José Pékerman es quizá la más audaz que ha presentado. El seleccionador argentino introduce muchas caras nuevas y deja afuera algunos de sus jugadores predilectos, claves del engranaje con el que ha actuado desde que tomó las riendas de la selección en el 2012.
Pablo Armero, Teófilo Gutiérrez, Radamel Falcao y Fredy Guarín son figuras que se quedaron por fuera de la convocatoria. En su lugar regresan viejos conocidos como Dayro Moreno y Stefan Medina, y aparecen por primera vez Luis Quiñones y Marlos Moreno, dos jóvenes que atraviesan un muy buen presente en Pumas de México y Atlético Nacional, respectivamente.
Posiblemente, ante Bolivia y Ecuador la selección juegue con una alineación inédita, lo que aumenta la expectativa de ver cómo reaccionará un equipo diferente ante la presión de ambos partidos.
Y es que a pesar de que los dos partidos que se vienen no representan para muchos lo que sí haría un duelo contra, por ejemplo, Brasil o Argentina, no se puede subestimar lo que se juega.
En La Paz, un campo que siempre complica por su altura, Colombia solamente ha ganado una vez por eliminatorias. Precisamente fue en las pasadas, en un duelo que se definió de manera agónica en tiempo de reposición.
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