Con el grito cortado por la emoción y con lágrimas en el rostro, los hinchas de las cuatro tribunas del estadio Félix Capriles celebraron, de pie, el sexto título liguero de Wilstermann luego del empate (0-0) con Petrolero, en la penúltima fecha del torneo Clausura.
La fiesta en el gigante de Cala Cala comenzó 10 minutos antes que culmine el partido. El empate consagró al Rojo campeón del certamen y más de 30.000 espectadores no dejaron de gritar “Wilster, Wilster, Wilster”.
Los celulares comenzaron a brillar en el ocaso como luciérnagas en las cuatro tribunas buscando inmortalizar una nueva hazaña aviadora en el fútbol profesional.
Los dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas, con la respiración acelerada, clavaron su mirada en el reloj para consagrarse luego de seis años.
Los aplausos comenzaron a calentar el ambiente. Los organizadores del campeonato comenzaron a movilizarse para tener los juegos artificiales y la tarima para los campeones.
Los policías también comenzaron a movilizarse con más de 300 efectivos al borde de la cancha para evitar el ingreso de los hinchas al terreno de juego.
Con la adrenalina a flor de piel, algunos hinchas se pegaron a la malla olímpica y con el humo en la mano apoyaron a su plantel que nuevamente hizo vibrar los corazones de los cochabambinos.
El director técnico Julio Alberto Zamora, en la boca del túnel de la preferencia, se movía como un león enjaulado de un lado para el otro, nervioso y ansioso. El entrenador de arqueros, Mauricio Adorno, corría constantemente desde el banquillo para recibir las instrucciones del estratega y hacer los cambios y las recomendaciones tácticas.
El árbitro Álvaro Campos decretó la finalización del encuentro y el Capriles comenzó a arder como un infierno, uno que olía a pólvora quemada por el humo de las tribunas.
La emoción también se trasladó al terreno de juego porque algunos jugadores se fundieron en un abrazo eterno y con lágrimas en los ojos manifestaron “misión cumplida”.
El golero Gustavo Salvatierra se acercó a la preferencia llorando de forma incontrolable, se sacó la camiseta y se la entregó a un hincha que recibió también emocionado.
Marcelo Bergese le pidió a su esposa que le entregue a su niña, pero tuvo que retornar solo al terreno de juego porque la niña, ajena todavía al fútbol, se quedó dormida.
El público permaneció clavado en su lugar y estuvo más de 30 minutos de pie esperando celebrar junto a sus héroes con el máximo cetro del campeonato ligueron en las manos y las medallas en el cuello.
Wilstermann: 0
Raúl Olivares
Omar Morales
Edward Zenteno
Jorge Cuéllar
Juan Pablo Aponte
Cristhian Machado
Marcelo Bergese
Gustavo Rodas
Edivaldo Rojas
Thomaz Santos
Óscar Díaz
Entrenador:
Julio Zamora
Cambios:
Vargas x Rojas y Huayhuata x Rodas
Petrolero: 0
Iván Brun
Aldo Gallardo
Paúl Burton
Juan Camilo Ríos
Gerson García
José Carlos Báez
Diego Rodríguez
Carmelo Algarañaz
Diego Rivero
Samuel Galindo
Enzo Maidana
Entrenador:
Milton Maigua
Cambios:
Méndez x Rivero; Flores x García y Hurtado x Galindo
Estadio: Félix Capriles (CBB)
Árbitro: Álvaro Campos (ORU)
Público: 30.000 espectadores
Fecha: 21 del Clausura de la Liga
ANÁLISIS
Fiesta en la llajta
MOISÉS REVOLLO
Periodista Deportivo
Poco fútbol y mucha algarabía en el estadio sudamericano “Félix Capriles”, con resultado cero, que sirve para festejar un título merecido, por una campaña esforzada, regular y fructífera, al margen de cualquier crítica.
Wilstermannn hizo su tarea en la mayoría de los exámenes parciales que le tocó afrontar, especialmente en el interior. Ganó sus partidos a Nacional, Bolívar, San José, Blooming, Real y Ciclón; empató con Sport Boys.
En Cochabamba ganó a The Strongest, Universitario, Nacional, Blooming, Sport Boys, Real y Ciclón; empató con Oriente, Bolívar, San José y Petrolero; perdió contra Strongest, Oriente y Petrolero de visitante.
Nunca se esperó ni preparó un partido como el jugado ayer en Cochabamba, ni los incidentes por la reventa de entradas, ni la falta de fútbol lograron empañar la gran fiesta en la Llajta.
El título no solo es de los jugadores, cuerpo técnico y dirigentes; es de la inmensa mayoría anónima de seguidores que soportaron todo, para llegar a la estación del paraíso. Como diría Óscar Galdo, de los feligreses más leales del flamante campeón nacional.
Por esta vez, la exigente tribuna no tomó en cuenta la ausencia de fútbol, jerarquía y talla, porque el objetivo primordial era la vuelta olímpica, después de 6 años de espera.
Tras el pitazo final de un partido intrascendente, la locura sin límites se desató dentro y fuera de la cancha, todo el sufrimiento, expectativa, angustia y certeza se desbordaron para dar rienda suelta a la alegría espectacular que nos une.
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